SAN JOSÉ DE OCOA.- Aunque el Padre Luis José Quinn ingresó al país desde Canadá a República Dominicana en el 1953. Fue 12 años después que llegó a esta provincia, tierra que lo acogió como un hijo residiendo en Ocoa hasta que expiró de quebrantos coronarios, y luego convirtiéndose en «padre protector», declarado así por el senado de la República en el 2002.
Uno de los más cercanos amigos del Guayacán y quien lo acompañó en grandes momentos de su vida fue el senador Pedro Alegría, especialmente en sus últimos años batallando con una terrible enfermedad que le costó la vida finalmente el 11 de octubre del 2007 a sus 79 años.
Alegría conversó con el magistrado José Manuel Arias durante el programa especial transmitido por radio y televisión local «Recordando al Padre Luis Quinn» sobre la vida, obra, legado y contó una anécdota que le tocó vivir junto al sacerdote a propósito de conmemorarse 10 años de su partida física.
«Cuando yo estaba en la misa escuché a alguien decir que estamos celebrando la muerte del padre Luis Quinn y no es así, él pasó a otra vida, estoy seguro que tiene un espacio ganado arriba, él volvió a renacer», narra el legislador.
ANÉCDOTA
Alegría cuenta uno de los episodios de Quinn que lo llevó a operarse para seguir trabajando por el desarrollo de Ocoa, mostrando su desvelo y amor por una provincia a la que se entregó en cuerpo y alma al construir centenares de kilómetros para caminos vecinales, decenas de clínicas rurales, miles de viviendas de madera a blocks, entre muchos otros aportes en sus 42 años de servicio pastoral.
Narra que en una ocasión Quinn le pidió que lo acompañara a visitar al entonces ministro de Obras Públicas, Freddy Pérez para solicitarle el apoyo para la construcción de un acueducto para 11 comunidades, porque ya tenía la otra parte por colaboración de una empresa canadiense. Sin embargo, Pérez le responde que eso se tomaba de uno a dos años para llevarle agua a esas zonas. El reverendo decide primero viajar a Miami para evaluar su estado de salud, ya que estaba deteriorada.
«Él se reunió con su médico en Miami y le pregunta: ¿en la condición que yo tengo que tiempo duro? Y le médico le responde: ‘Puede ser seis meses, un año o dos años’ a lo que Quinn le responde: ‘¿y si me opero?. ‘El galeno le contesta: «bueno hay posibilidades de que alargues más tu vida’, y dice Quinn: ‘pues yo me voy a operar porque yo tengo un compromiso con 11 comunidades de mi pueblo que necesito llevarles agua'», recuerda Alegría, quien ha tenido como su principal fuente de inspiración el trabajo social y humano del sacerdote.
«Él se inmoló por su pueblo, tal vez otro diría que eso le acotaría la vida porque el riesgo de la operación era demasiado grande, pero lo que le importaba era su pueblo y las comunidades. El vivió y murió por Ocoa», agrega el también empresario.
En ese sentido, tiene su opinión sobre la figura del padre Luis Quinn, de quien dice que conocerlo ha sido uno de los más grandes privilegios que le ha regalado la vida.
«Nunca he visto un ser humano tan desprendido, si tu ibas a su casa y la comparas con las más grande del país, te das cuenta quien era el padre Luis, humilde,y un ser excepcional. Para él, lo más importante era el ser humano y mucho más los campesinos de nuestra provincia», subraya Alegría.
DECLARADO «PADRE PROTECTOR»
Recuerda cuando por iniciativa del propio senador se le otorgó la distinción de «Padre Protector de Ocoa» en 2002, reconocimiento que el Congreso le impuso con motivo de elevar de categoría a Ocoa de municipio a provincia, gracias en parte al trabajo de desarrollo del padre Luis.
«Cuando se hace un reconocimiento en el senado, los homenajeados van allá, aquí sucedió todo lo contrario. Casi todos los senadores vinieron y dijeron: ‘ese señor es tan grande que nosotros vamos a donde está él'», rememora.
Sobre la partida física del sacerdote, cuyo hecho consternó al país, siendo declarado un día de duelo nacional, y en que desfilaron grandes personalidades a esta provincia para acompañarle a sus honras fúnebres, Alegría habla del impacto de ese infausto acontecimiento en su vida.
«Yo no supe ni de mí, eso me dio tan grande porque yo creía que el padre Luis era inmortal, yo nunca en la vida pensé que se nos iba a morir y no estaba preparado», expone
.
«Aquí no ha habido y no lo habrá un entierro de esa naturaleza. El pueblo completo se desbordó de los campos, parajes», agrega.
La imponente presencia del Padre Quinn cuando visitaba algún funcionario no pasaba desapercibida por su gran peso específico en la sociedad, y siempre su norte fue exigir sus derechos para los más necesitados.
«Cuando iba a diferentes lugares a visitar funcionarios, él no iba a pedir, iba a reclamar. Era una autoridad por el respeto que le tenían todos los presidentes. Por siempre estaremos agradecidos del padre Luis Quinn», finaliza Alegría.
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