Escrito Por: Nelson Bautista
Valle Nuevo parece haber sido abandonado a su suerte: lejos de terminar, la tragedia que desangra la madre de las aguas, en vertiente Ocoa, parece empeorar cada vez más.
Los reportes presenciales y las imágenes de la zona indican que la depredación y los cultivos están «en su mejor momento», ante la mirada anómica de quienes han jurado protegerlo.
Y pensar que todo esto pudo haber terminado hace unos años, cuando en 2016 se emitió una resolución que ordenaba la intervención y plan de rescate de este importante Parque Nacional.
Sin embargo, para 2018 sólo se pudo completar el «desalojo físico» de las infraestructuras de la vertiente norte (Constanza), al mismo tiempo y por mediación de un obispo, un expresidente y el entonces director ejecutivo de la Junta Agroempresarial Dominicana, se le otorgó un plazo adicional de seis meses a los productores de la región sur, medida que fue oportunamente desaconsejada y criticada al entonces ministro, luego renunciante, Francisco Domínguez Brito.
Para penuria de todos, el tiempo nos dio la razón: las siembras no solo continuaron, sino que, con el apoyo de un descarado ministro de nombre Ángel Estévez, los productores agrícolas se sintieron apoyados y ampliaron su matriz de siembra.
En 2020 se produce «el cambio de gobierno» y con él llegan nuevas promesas (eso, promesas), incluyendo una muy particular, emitida en forma de resolución el 27 de septiembre de 2022, por el finado ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, en la cual se reiteró la prohibición de nuevas siembras en el lindero sur del Parque Nacional Valle Nuevo, correspondiente a San José de Ocoa. Esta «promesa» lleva el número 034-2021.
En ese sentido se dieron dos pasos interesantes, el primero fue el de «actualizar» un censo que ya se había hecho en 2016 con la finalidad lógica de entender mejor la situación. El segundo paso fue, en un desatino absoluto, hacer pagos por cientos de millones de pesos a personas que no poseían derechos reales sobre terrenos que ellos mismos explotaron durante décadas.
Al juntar «mansos y cimarrones», gente sin derechos adquiridos, con personas que de algún modo serían merecedores de resarcimiento, el Estado Dominicano alejó de forma torpe la esperada aplicación de las medidas de control y rescate de Valle Nuevo-Sur. ¿Por qué? porque con estos pagos «alegres» en el lado norte le dieron argumentos a los del lado sur para reclamar «ser tratados con la misma vara».
Así, al dilapidar cientos de millones poniéndolos en manos de personas que por muchos años usufructuaron «tierras ajenas» dentro de un área protegida, a los mismos que cultivaron, criaron ganado, secuestraron las aguas y contaminaron el ambiente, destaparon una terrible «caja de pandora».
Según datos a los que hemos tenido acceso, para saciar la sed de los productores de Valle Nuevo sur, podrían hacer falta más de DOS BILLONES (leyó bien, más de dos mil millones de pesos) de los bolsillos suyos y los míos.
Antes de llegar a esta encrucijada, advertimos una y otra vez a las autoridades de turno que actuaran antes que fuera tarde, antes de que los procesos electorales tomarán cuerpo: pero ese consejo quedó en el vacío, el Ministerio de Medio Ambiente se limitó a designar un equipo «temporal» a cargo del SENPA para impedir nuevos cultivos, lo cual -mal que bien- funcionó por unos meses.
Lo que se presume es que el Viceministerio a cargo del Sistema de Áreas Protegidas se muestra disgregado, irresoluto, carente de las garras necesarias para cumplir sus responsabilidades y que la cabeza del Ministerio «no tiene entre sus prioridades» este tema, o a lo mejor la situación ha «sobrepasado» su radio de acción, puesto que las erráticas decisiones que se han adoptado han magnificado el problema.
Pero evidentemente que, sea que las autoridades lo reconozcan o no, parece que han decidido «tirar la toalla» o «mirar para otro lado», mientras miles de tareas de nuestro Parque Nacional más emblemático vuelven a ser arrasadas por la agricultura intensiva, sus aguas secuestradas y su integridad violada.
Debe ser frustrante para tantos valerosos servidores que abundan en el Ministerio de Medio Ambiente ver cómo todo esto de Valle Nuevo se ha convertido en una especie de teatro, de una burla al Estado y sus Leyes, incluyendo a las sentencias judiciales. Debe de serlo, tan cruento y amargo como lo es para los que amamos la patria y sabemos lo que está en juego.
Y eso, que todavía no abordamos el «agujero negro» en el cual sucumbe la vertiente suroeste de Valle Nuevo: porque las lágrimas ya no dan para tanto.
Fundación Acción Verde, Inc.
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