Era muy frecuente verlo en su barrio de la 27 con Imbert. Solía por las mañanas, entretenerse adivinando las formas de las nubes que coronaban la Loma del Rancho.
Cazador furtivo, con otros niños, seguía el rastro de las mariposas que bajaban en Abril por la cañada donde baja el arroyo de guachupita. Según algunos, desde ahí se interesó por las aguas y sus afluentes. Con ese mismo grupo de sus amigos, maroteaba mangos donde Pachico y en las tardes, antes de que el sol se fuera a recorrer el mundo, volaba chichiguas en el play de Jabana.
Hijo adorado de Doña Fidia Pérez que le dio, con la ternura, los principios de una vida acrisolada. Su tío, quien fuera diputado fue un luchador antitrujillista, que escapó de la muerte mudándose de Azúa para Ocoa donde fue de los primeros abogados del pueblo, Don Romeo Pérez.
Hijo de un ciudadano ejemplar que supo cosechar en sus hijos la dignidad que sembró con el orgullo de su prestancia, Don Marino González. Fue el resultado de la sentencia con el que los hombres de campo señalan con sabiduría el trayecto fecundo de los seres humanos: “ No tenía cómo salir malo”.
Deportista, visionario, profesional destacado, profesor, catedrático, buen hijo, mejor padre, excelente ciudadano. Ha paseado el nombre de Ocoa y del país por los rincones del mundo donde ha ganado admiración y respeto.
Campeón varias veces, subcampeón otros, con la firmeza de un carácter forjado en el crisol del respeto y la dignidad.
Este domingo 14, a las diez de la mañana, en el “Centro Olímpico Juan Pablo Duarte” tendrá un encuentro de tú a tú con la inmortalidad, será exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, el ingeniero Eliseo Alberto González Pérez.
¡Un merecido homenaje que no solo enaltece a Eliseo, sino, a cada Ocoeño que ama su tierra y siente orgullo de su estirpe y sus raíces!
Que donde quiera que lata un genuino e inalienable corazón ocoeño, levante con júbilo y orgullo desbordado el agradecimiento uno de los nuestros, el inmortal del deporte ¡Eliseo Alberto González Pérez!
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