Lograr un empleo en la República Dominicana en muchos casos no representa ni garantiza necesariamente el acceso a bienes y servicios de calidad, pues para nadie es un secreto que en términos prácticos el común denominador de los empleados dominicanos en ocasiones da la impresión de que en lugar de estar trabajando más bien “están” pasando trabajo; a penas se logra subsistir en muchos casos.
Es claro que debemos inclinarnos por lo que tiene que ver con el emprendimiento, entendido este como “el proceso de diseñar, lanzar y administrar un nuevo negocio, que generalmente comienza como una pequeña empresa o una emergente, ofreciendo a la venta un producto, servicio o proceso”, de tal manera que en lugar de empleados tengamos emprendedores.
Con esto se lograría tener en cada uno de estos a personas que sean capaces de crear nuevos productos y servicios, que transformen de manera significativa un negocio, capaces de fundar determinada empresa que se destaque, que permanezca en el tiempo y a su vez fidelice sus clientes, que es lo que hace un emprendedor, pero como sabemos que el empleo seguirá siendo una de las principales fuentes para lograr la satisfacción de las necesidades de gran parte de la población, es obvio que se requiere de una mejoría sustancial en todos los órdenes.
Verbigracia, de acuerdo a los datos que ofrece la Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT), “durante el año 2022, la economía dominicana alcanzó una ocupación total de 4.77 millones de trabajadores formales e informales”, lo que deja clara la importancia que para la economía tiene el empleo y por tanto el mismo debe ser mejorado de manera permanente.
Esa permanencia en la mejoría de las condiciones laborales, lo que incluye, obviamente, lograr una mayor capacidad de compra de los empleados y niveles de satisfacción al menos en sus necesidades básicas, de tal manera que con motivo de la inflación el salario real no se vea seriamente afectado, pues “en ocasiones” la mejoría en el salario nominal resulta quimérico en relación con el salario real, que es en esencia el que determina la capacidad de adquirir bienes y servicios, lo que se logra restando al salario nominal la inflación, quedando en evidencia el verdadero valor adquisitivo.
Esa es y debe ser una tarea permanente del sector público como del privado, pues hay que procurar lograr niveles de satisfacción que es lo que a su vez indica “cuán felices están los empleados con su trabajo y su experiencia laboral”, habida cuenta de que un empleado con altos niveles de satisfacción tendrá sin duda un mayor rendimiento.
Ligado a esto es innegable que de igual manera existen otros elementos a tomar en cuenta para crear un buen ambiente laboral, y creado este, el lugar de trabajo será un espacio donde sus empleados se sientan a gusto y en tanto se logre crear ese ambiente laboral donde se promueva la satisfacción, “la moral del equipo aumentará”, generando todo esto a su vez un ambiente de bienestar general.
De más está decir que cada empleado tiene no sólo sus sueños y aspiraciones, sus metas y sus propósitos a mediano y largo plazo, sino además sus necesidades puntuales a corto plazo o lo que podemos llamar “su día a día”, y si con su salario no es capaz de satisfacer al menos esas necesidades puntuales, es entendible que se irá creando un ambiente de insatisfacción que va mermando su autoestima y creando un estado de desmotivación que en muchos casos deviene en frustración.
En su labor cotidiana todo empleado debería experimentar la satisfacción de que en su trabajo está logrando autorrealización, propósito, lo que le permitirá desarrollar sentido de pertenencia, seguridad y claro, compensación, traducido todo esto como la jerarquía de sus necesidades.
En el caso de la República Dominicana es normal escuchar de manera permanente, sobre todo desde el litoral oficial, independientemente de quién haya estado o esté al frente de la conducción del Estado, que tenemos una economía saneada, fuerte, vigorosa, estable y demás adjetivos calificativos, incluso blindada, sin embargo tenemos un porcentaje altísimo de empleados cuyo salario no alcanza ni por asomo para cubrir la canasta básica familiar consignada por el propio sector oficial.
Se requiere de una constante preocupación por medir el índice de satisfacción de los empleados, como hacen diversas empresas a través de sus departamentos de recursos humanos, de tal manera que se pueda saber “cuán felices están las personas con su trabajo”.
En una concepción puramente práctica, no científicamente desde el punto de vista económico, pienso que no podemos hablar de economía saneada, fuerte, vigorosa, estable y mucho menos blindada, allí donde, insisto, un altísimo número de empleados devenga salarios que no alcanzan ni por asomo para cubrir la canasta básica familiar consignada por el propio sector oficial, lo que nos lleva, lastimosamente, a preguntarnos si en esos casos a los que hacemos referencia, esos empleados están trabajando o realmente están pasando trabajo.
El autor es ocoeño y egresado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
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