Por: Milcíades Mejía
El 5 de junio de 1972 fue establecido por las Naciones Unidas como el día Mundial del Medio Ambiente; cada año se celebran miles de actividades de distintas índoles a nivel global y en nuestro país tradicionalmente numerosas instituciones, públicas y privadas realizan conferencias, siembras de árboles, ralis ecológicos, visitas a lugares de interés y declaraciones de compromisos para la protección del ambiente en sentido general.
La opinión de muchos entendidos en la materia coincide en que este año ha sido uno en el que estas celebraciones han sido de las más limitadas registradas en la historia en la República Dominicana, afirman que esta fecha ha encontrado a nuestro país en una lamentable situación de indefensión de nuestros recursos naturales.
Es oportuno destacar que el período de sequía que afectó a nuestro país en días previos a esta fecha provocó una crisis de grandes proporciones en el suministro de agua para consumo humano, agrícola e industrial; una calamitosa situación que hizo que el señor presidente de la república Lic. Luis Abinader la calificara como la más grave de los últimos 40 años.
En ese corto período, el volumen de las aguas de los embalses de todas nuestras presas se redujo a niveles críticos, mostrando la triste realidad, el alto nivel de sedimentación que las afectan. Es como si se tratara de reservorios de lodos, gravas y arenas, en lugar de agua. Esta dolorosa realidad es una clara muestra de las condiciones depauperadas en que se encuentran todas las cuencas hidrográficas de la República Dominicana.
La historia continúa y las precipitaciones caídas en los días previos al 5 de junio mostraron con crudeza que tan vulnerable es nuestro país en materia de desastres provocados por las lluvias. Ríos, arroyos y cañadas crecidos, arrastrando consigo toneladas de suelos fértiles de nuestras montañas, destruyendo puentes, carreteras, plantaciones agrícolas e inundando barrios y poblados, construidos en lugares inapropiados frente a la mirada indiferente de las autoridades. Estos son hechos también que evidencian la desprotección a la que están sometidas nuestras cuencas hidrográficas, pequeñas y grandes.
Lo preocupante de estos hechos es que las corrientes fluviales no solo cargaron lodos y troncos, las imágenes mostraron las toneladas de plásticos que venían aguas abajo hasta llegar al mar, son conocidos los graves daños que estos provocan a la diversidad marina. El gran volumen de desechos mezclados con el sargazo presente en nuestras costas es la triste realidad que exhibía todo el litoral dominicano.
Resalta el hecho de que las pocas actividades realizadas en el país por las instituciones de los sectores de los recursos naturales y educativos para conmemorar el Día Mundial del Medio Ambiente fueron tímidas, más llamativo aún es que las pocas que se realizaron no tuvieron el impacto de otros tiempos y tampoco trascendieron a los medios de comunicación.
La población percibe una desmotivación y desinterés de los organismos encargados de estas celebraciones y eso nos debe alertar. La sociedad tampoco percibe señales claras desde el Ministerio de
Medio Ambiente y Recursos Naturales para enfrentar a los infractores de las leyes ambientales y tampoco nota la existencia de una estrategia general para proteger los recursos naturales y para la protección eficiente de los parques nacionales de la República Dominicana. Es como si se hubiese perdido la esperanza de una sociedad que lucha y reclama, pero no recibe respuestas.
Si bien es cierto que por varios días fue celebrada la acción realizada en el Ministerio de Medio Ambiente para sanear la nómina de empleados, no es menos cierto que mientras se sirven en bandeja de plata nuestros recursos naturales cuando existen parcelas cercadas para su explotación en las dunas de Baní y se destruyen tareas de mangles en la zona de Pedernales, territorio que hasta el momento no había sido mancillado por el hacha destructora de la dolorosa cultura de deforestación que acompaña a nuestro pueblo desde que empezamos a ser colonia.
En medio de lo gris del panorama, alejándome del pesimismo, para mí una de las actividades realizadas que dan un hálito de esperanza en este ambiente cargado de nubarrones fue la gran manifestación en la que miles de personas se congregaron frente del Palacio Nacional con un vibrante manifiesto en el que demandan de todas las autoridades nacionales acciones y medidas claras y contundentes en favor del medio ambiente y los recursos naturales, también se reclama que se detengan o se reencaucen varias obras cuyas construcciones están impactando inmisericordemente la estabilidad de importantes ecosistemas dominicanos.
El Día Mundial del Medio Ambiente debe ser conmemorado cada día, cada año, con cada acción. La protección del ambiente debe ser una prioridad a nivel personal, comunitario y estatal, son muchas las problemáticas y también son muchas las distracciones.
Entendemos que si logra tener la misma atención y se utilizan los mismos recursos que se dedican a solucionar los impactos relacionados con el cambio climático para abordar el problema de los desechos sólidos y de la contaminación en sus distintas modalidades, nuestro país y el planeta podrían aspirar a ser ese mítico Jardín del Edén que está en el imaginario de la humanidad como ese lugar en donde la felicidad plena es posible.
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