Durante años he sido un fiel admirador del trabajo realizado por la fundación Ocoa de Pie, este grupo de Ocoeños que sin ningún interés más que la satisfacción del deber cumplido se han mantenido siempre procurando aportar de algún modo a nuestro terruño; De Ateneo sus recientes esfuerzos por el relanzamiento de la literatura Ocoeña ha sido una flecha en la diana que debo reconocer, sin embargo, hoy debo decir que sin lugar a dudas ambos han fallado ante la historia.
La historia del Dr. Castaños y Adrianita Pimentel ha sido por años presentada como una historia de amor, yo me pregunto ¿acaso puede el amor negarse a si mismo? Lo de Castaños no era amor, al menos no aquella trágica noche, era sin lugar a dudas el desenlace del trastorno psicológico de un hombre que no aceptó el término de una relación no consensuada.
Recientemente Ocoa de Pie y Ateneo Ocoeño han presentado una serie de actos que parecieran buscar exaltar y mantener viva en la mente de los Ocoeños la mal vendida “historia de amor” del asesino/suicida; el remozamiento de su tumba, un panel-debate e invitación a una de sus hermanas que más de 80 años después al menos pidió perdón a los Ocoeños por los hechos cometidos aquella trágica noche son las acciones más recientes que se han llevado a cabo. Mantener viva la memoria de Castaños es algo que no me sorprende de los amantes e la literatura como Ateneo Ocoeño, pues es material para escribir desde novelas hasta guiones de películas y quizás una mini serie si así se quisiera, pero de una fundación llena de logros positivos y de atinadas desiciones en cada intervención, de ellos si me sorprende.
Las crónicas de aquella noche no deberían ser recordadas más que para enseñar a los jóvenes las consecuencias de no buscar ayuda psicológica y el errado pensamiento de los trastornados, quizás también como caso de estudio para los estudiantes de psicología y psiquiatría pero jamás como una historia de amor; Si de mi dependiese la tumba de Castaños no solo no hubiese sido restaurada, si no, que hubiese solicitado a sus familiares trasladar sus restos mortales a su ciudad natal; Castaños solo dejó sembrado el dolor y desasosiego en todo Ocoa con sus últimas acciones, y aunque algunos se han atrevido a decir que simplemente cometió un error al final de su vida, cabe destacar y recordar que se convirtió en un asesino/suicida y estos no merecen ser recordados por la historia más que como un mandilón.
Gracias a la protección de un closet y la oscuridad de la noche Adriana Pimentel salvo su vida de las garras de este cobarde que en nombre de “el amor” quiso sesgar su existencia y que se suicido no sin antes llevarse consigo a Oderto Sánchez; Ahora 86 años después, vivimos tiempos en que la violencia de género se trata distinto y con mayor sensibilidad, son muchos más los que han dejado cartas (no tan poéticas) como la de Castaño antes de cometer sus atrocidades y viles crímenes.
Ojalá y no sigamos convirtiendo este horrible hecho en una historia para recordar pues el Dr. no debería ser digno siquiera de su famoso epitafio, ojalá sean remozadas las tumbas de verdaderos héroes de San José de Ocoa, pues hay una frase que reza que “Hay muertos que van subiendo mientras más su ataúd baja” también pudiéramos decir que “Hay muertos que por sus hechos su historia ha de ser borrada” ojalá que Ocoa de Pie Ateneo recuperen la cordura y se den cuenta que no solo metieron el pie, también metieron la pata.
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