Cuando la guerrilla encabezada por Francisco Caamaño entró por una playa de Azua el 2 de febrero de 1973, el presidente Joaquín Balaguer preparaba su segunda reelección y no confiaba su proyecto a nadie.
Tras el contratiempo en el desembarco que implicó el extravío de Toribio Peña Jáquez, la pérdida de equipo, dinero y documentos que quedaron en el yate, Caamaño y sus siete hombres llegaron a las lomas del oeste de San José de Ocoa.
El jefe del Destacamento del Ejército en Ocoa, teniente Francisco Antonio Sandoval Abreu, junto al teniente Domingo Santos y Santos, de la Policía, recibieron ese día el informe de la patrulla mixta.
Sandoval Abreu emitió, vía la estación de radio de la Policía de Ocoa (Z-31/Z-33), un telefonema donde informaba al jefe del Estado Mayor del Ejército, al comandante de la Tercera Brigada, al comandante y al inspector del 11º Batallón del Ejército en Elías Piña y al comandante de la 22ª Compañía del Ejército en Azua, un informe de que ocho hombres portando armas largas y otros atuendos militares estaban en las proximidades de Mancebo, a orillas del arroyo La Ciénaga y se encaminaban hacia la Sabana de San Juan.
Balaguer en Ocoa
Al día siguiente despacharon tropas a perseguir la guerrilla y se registró el primer combate donde tres militares mueren y quedan tres heridos.
Ese primer choque, sin bajas en la guerrilla, inquietó a Balaguer y va personalmente en la que sería la primera de las tres visitas a las montañas y al campamento de comando de la Tercera Brigada del Ejército en Ocoa.
Para entender cómo Balaguer encaró personalmente el desafío de la guerrilla, el dirigente revolucionario ocoeño Enrique Chalas Velásquez reveló que cuando él era sacado de la cárcel preventiva de Ocoa junto a los demás prisioneros para ser llevado hacia el Palacio de la Policía, vio en la madrugada del día 6 de febrero a Balaguer cuando despachaba con los jefes militares.
El gobernante abordó un helicóptero miliar y recorrió, con paradas en distintos puntos, la zona por la que incursionó la guerrilla y recabó información sobre sus componentes para en la noche hablar al país y denunciar una trama subversiva contra el gobierno constitucional.
Junto a esas líneas gruesas de conducción, Balaguer relevó al general Elio Osiris Perdomo Rosario de sus funciones de comandante de la Tercera Brigada en San Juan, tenía su puesto de comando en Ocoa, y era el comandante de Operaciones contra la guerrilla.
En la mañana de ese día a la radio operada en el comando antiguerrillero en Ocoa llegó un pedido urgente.
Un diminuto soldado, desprovisto de armas, llegó al frente del cuartel de la Policía y se paró frente al teniente coronel Manuel de Jesús Sánchez Cuevas, y le dijo:
-Coronel Sánchez, le llaman de M-1.
El oficial reaccionó sorprendido: -Ten cuidado con lo que estás diciendo. ¿Tú estás seguro que me llama M-1?
-Sí, señor, lo llaman de M-1.
Dirigiéndose al encuentro con el soldado que estaba parado en atención como a seis pies de distancia para ir a contestar a la radio, el coronel Sánchez finalmente advirtió: -Mira, M-1 es el Presidente de la República. Si no es M-1 que me llama, vas a tener problemas.
Minutos después el jefe de Operaciones, Perdomo Rosario, fue destituido y en su lugar colocado el general Juan René Beauchamp Javier, a quien se le asignó como segundo al mando al general Ramiro Matos González.
Otra vez en Ocoa
Una semana después del primer recorrido en helicóptero militar por la zona donde operaba la guerrilla, Balaguer volvió a su rol de informarse directamente en el teatro de operaciones.
Balaguer vuelve a Ocoa el martes 13 y visita zonas rurales, conversa con oficiales y soldados buscando formarse un juicio lo más cercano a la realidad. Los militares lo reunieron con guías campesinos en La Horma, a los que el gobernante interrogó como un analista de inteligencia.
¿Por qué vuelve?
Porque los militares no lograban volver a chocar con los guerrilleros pese a que tenían la orden de aniquilar al grupo a cualquier costo y porque los asesores militares de Estados Unidos recibieron una información precisa en una carta que le envió Juan Bosch a la embajada norteamericana afirmando que era Caamaño quien estaba en las montañas.
Segundo choque militar
Cerca de las 10:00 de la noche del jueves 15 de febrero, la escuadra de Caamaño es sorprendida por fuego de ametralladora a orillas de la carretera Ocoa-Constanza, en Sabana Quéliz.
Nuevamente la guerrilla sale ilesa y tres de sus hombres hacen un contraataque sobre la emboscada militar, dejando algunos heridos de fusil y granadas. Caamaño ordena retirarse hacia el suroeste para buscar otro punto para pasar la carretera con rumbo oeste-este.
Cerca de las 11:00 de la noche la guerrilla cruza la carretera e instala una emboscada lateral para golpear a las tropas de la Primera Brigada de Infantería del Ejército, bajo el mando del coronel Teófilo Ramón Romero Pumarol, que había sembrado esa vía de emboscadas desde La Horma hasta Constanza por disposición de los jefes militares y Balaguer.
Emboscado un camión militar que fue atacado sin respuesta a la medianoche que dio inicio al 16 de febrero, los guerrilleros se van buscando la zona de Arabia, hacia el sureste. No lejos del lugar del ataque paran a descansar al amanecer para ser sorprendidos por las tropas persecutoras.
Capturado el coronel Caamaño con una herida leve cuando auxiliaba a Lalane José por heridas graves, las tropas lo llevan nuevamente a Sabana Quéliz.
Balaguer sube a la loma
En las primeras horas de la tarde llegó a Ocoa el helicóptero civil del que bajó Balaguer en el entorno del cuartel de la Policía.
Los ayudantes civiles y dirigentes reformistas de Ocoa llegaron corriendo al lugar cuando vieron que era Balaguer quien llegaba por tercera vez al poblado en solo 11 días, pero ninguno pudo acercarse a él porque los soldados lo impidieron.
Balaguer bajó y de inmediato abordó un helicóptero militar junto a algunos de los jefes que acababan de llegar en él.
Con el Presidente abordo, la nave tomó rumbo franco hacia el norte siguiendo el trazo de la carretera de La Horma.
Poco tiempo después, tal vez una hora, el helicóptero militar regresó por la misma ruta con sus jefes militares y Balaguer, quien bajó, abordó la nave civil y salió con rumbo a Santo Domingo.
Eso lo vieron cientos de soldados y ocoeños que acudieron atraídos por los movimientos de los helicópteros desde las primeras horas de la tarde.
No tengo ninguna duda de que Balaguer subió a la loma para asegurarse personalmente de que era Caamaño el prisionero y los militares no les estuvieran mintiendo.
Si Balaguer se ocupó de subir dos veces a las montañas en una semana en procura de presionar un choque con la guerrilla… ¿no estaría listo para volver tan pronto cayeran los primeros guerrilleros?
Si las primeras bajas de la guerrilla eran Caamaño y su segundo al mando (Lalane José) … ¿no era ese un motivo suficiente para que el desconfiado Balaguer fuera a comprobarlo?
Los jefes militares de la época –la mayoría fallecidos- no han llenado este vacío de la historia por “lealtad y disciplina” y de paso cargan con la responsabilidad del asesinato de Caamaño, que estoy informado de que ninguno de ellos favorecía su muerte.
Balaguer fue a ver a Caamaño prisionero y dio la orden de asesinarlo. Ningún militar quería que se asesinara al hijo del general Fausto Caamaño, que estaba vivo y trató de protegerle la vida.
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