Peligro: posible mezcla de adultos y menores
Por Nóbel Mejía.-San José de Ocoa
Si es cierto que existe un grupo ocoeño de WhatsApp, la poderosa red social de Mark Zuckergerg basada en mensajería instantánea o chat, compuesto por más de 100 lesbianas, llegamos a la conclusión “religiosa o bíblica” de que San José de Ocoa se ha convertido en una Sodoma y Gomorra. ¿Será qué, como en los días de Noe, se avecina un apocalipsis?.
No es de extrañar; hace mucho se comenta en “el medio” que los gays u homosexuales (popularmente pájaros) y lesbianas ocoeños se cuentan por un tubo y siete llaves. Se sostiene que la mayoría se encuentra dentro del denominado “closet”, caso donde las chicas suelen ser más discretas o pasan desapercibidas con más facilidad. Se dice que el grueso de esa comunidad está compuesto por jóvenes, adolescentes y una que otra niña.
No voy a entrar en discusión en este asunto que tiene tantas aristas, sobre todo por la complejidad, el tema religioso, social, educativo y de derecho. De hecho, mi opinión podría verse sesgada porque soy religioso (protestante confeso y practicante) y no hay que ser genio para saber mi punto de vista en torno al homosexualismo y el lesbianismo. A eso se une el hecho de un mundo que cada día ve con más normalidad el asunto de la “Open Mind”, por demás un fenómeno de transculturización europea y de otras latitudes. Tanto así que se dice que nosotros estamos «atrasados» y esa gente está «adelantada». Como dice Roberto Cavada, «madre mía…»
Haré un aparte para llamar la atención en otra dirección, sobre todo dirigida a los padres y autoridades competentes:
Existe la posibilidad de que ese grupo y otros similares cuente con membresía compuesta por menores de edad y adultos. Hecho probable que nos hace conjeturar de mayores seduciendo menores y, quizás, los mismos que han introducido a los muchachos en esos menesteres sexuales. Si eso es así, el asunto es peligroso porque rompe barreras legales. Aparte de que puede ser caldo de cultivo de violaciones y cuantas diabluras fruto de oscuras perversidades. Existe casos de homosexuales y lesbianas que ejercen esa práctica como acto reflejo de defensa, luego de haber experimentado violaciones.
Los padres deben estar alerta porque no solo se trata de dar arroz con habichuela al muchacho. Desde el punto de vista legal, por bellaco que sea, un menor de edad no se gobierna. Hay que olvidar un poco el juego de dominó y la telenovela para poner asunto a los pasos de nuestros hijos menores: sus amistades; lugares frecuentados; rendimiento y comportamiento escolar; lo que ven en la TV, entre otros. A propósito de televisión, hay muñequitos que están adoctrinando a nuestros pequeños en materia de “diversidad sexual aceptable”. De eso último hablaremos en otra entrega.
La exposición a la Internet, sobre todo a las redes sociales, es la parte más compleja. Muchos padres desconocen estas herramientas y otros sabedores otorgan todo tipo de licencias y gustos al muchacho. Es así como a temprana edad le ponen celulares, tabletas y PC desprotegidos a disposición 24/7. Por cierto, a veces creo que lo hacen para que los hijos del vecino no les echen vainas a sus hijos.
Ojo: aunque existan restricciones en el hogar, el muchacho va a la casa del amiguito a buscar lo que no se le ha perdido. Por cuestiones “de moda”, la amiguita pervierte a su amiguita. De hecho, la cadena se va formando de boca en boca. La curiosidad mató al gato y existe una teoría o creencia callejera de que la fémina que prueba otra fémina se amarra.
Lo que muchos desconocemos es que, quizás, los muchachos están siendo seducidos a redes perversas y, en algún momento, dichas invitaciones pueden traspasar las barreras virtuales y hacerse físicas. Más allá de la simple práctica, ¿quién dice que en ese grupo de lesbianas no existe la posibilidad de adultos perversos con mente retorcida?; ¿que tal si un violador se hace pasar por mujer para seducir y ultrajar?; ¿quién administra ese grupo y cuál es su finalidad última o real?; ¿qué tal si ese administrador decide hacer negocio sobre la base de chantaje?; ¿sabe usted en que anda su niña?
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