‘’Es necesario involucrar y empoderar a los jóvenes en el desarrollo y las políticas, y apoyar su participación en todos los niveles para utilizar su potencial como agentes de cambio’’. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La ONU establece que los jóvenes juegan un papel de pensadores críticos, agentes de cambio, innovadores, comunicadores y líderes, quienes movilizan el avance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)
La visión de cómo deben ser los jóvenes es compartida por muchos países, incluyendo la República Dominicana. Aunque verlo como una visión permite que se establezcan los mecanismos para convertir en una realidad, en el contexto país que nos encontramos, parece ser un sueño, un anhelo, una utopía. Por años se ha hablado del empoderamiento juvenil, que estos puedan ocupar espacios de preponderancia para el diseño de políticas públicas y toma de decisiones que impacten directamente el desarrollo del país.
Basado en lo anterior se tiene en los jóvenes el relevo generacional, no solo de edad, también de pensamiento, que haga posible las transformaciones políticas, económicas y sociales que urgen en la nación de Duarte. Hasta hace una década la participación de los jóvenes en los procesos electorales era mínima por las trabas y las complejidades a los interno de los partidos políticos. Por esta razón se establece en la Ley núm. 33-18, de Partidos, Agrupaciones y Movimientos Políticos, Artículo 54.- Cuota de la juventud. Cada partido, agrupación o movimiento político postulará el diez por ciento (10%) de jóvenes hasta treinta y cinco (35) años, de su propuesta nacional de las candidaturas. Esto para salvaguardar y garantizar la participación juvenil obligando a los partidos a presentar esta cuota.
Muchos entendidos indican que las condiciones están dadas para que cientos de jóvenes estén, hoy en día, en los cargos de elección popular. Sin embargo, la realidad es otra. En una cultura de que quien más bienes posee tiene más valor y poder, los jóvenes, esos que ingresan a la política como accionarios, que ayudan a la construcción de organizaciones, que llenan de esperanza a todo una nación, son aplastados por don dinero y sus aportes económicos.
Para las elecciones del año 2020 un total de 4, 426,341 de los electores estaba en las edades de 18 a 45 años, que representaban el 58.97% del padrón general de electores que asciende a 7, 487,040 de personas según indicó la Junta Central Electoral (JCE) en Octubre 2019. Basados en las cifras podríamos deducir que tendríamos un congreso lleno de jóvenes pero no, la edad promedio es de 52 años y así en las demás posiciones. Nos deja un país con pocos jóvenes creando políticas públicas y tomando decisiones importantes.
La incursión de jóvenes en el tren gubernamental debe darse más fácil ya que no depende de la voluntad popular sino del compromiso de los mandatarios de apoyar y abrir espacios a este sector de la sociedad, tomando en cuenta la visión descrita al inicio. Una pléyade de jóvenes talentosos, preparados, enfocados, aparecen en diferentes decretos presidenciales lo que llena de emoción a la sociedad, a quien se les quita de sus bocas el dicho: La juventud está perdida. Está en el accionar de cada joven ocupando un cargo de gran importancia legitimar a miles de jóvenes que han decido incursionar en la política. A cada joven que pasa de la crítica a la participación, luego a la acción y luego al logro de transformaciones tangibles. Son sus hechos que seguirán abriendo espacios a las generaciones futuras. Sin embargo, la política no escapa de la dualidad del Yin Yang, las fuerzas opuestas. Cuando un joven falla, son muchas las esperanzas que se pierde, las puertas que se cierran, los sueños que se tronchan. Si se ha tenido que crear leyes para que tengan espacios, si se ha tenido que luchar y trabajar mucho más que otros para ser visibles y que sea tan fructífero el trabajo que no quede otra opción que, el reconocimiento justo de la labor realizada.
El caso del Ministerio de la Juventud en lugar de alegrar debe entristecer. Vivimos en una sociedad que pide la eliminación del único ministerio, cuya composición es un espacio para que los jóvenes puedan tomar decisiones. Son las acciones y escándalos dan fuerza a la idea de desaparecerlo en lugar de buscar la funcionalidad del mismo. El ministerio de la juventud es uno totalmente diferente a los demás, ha de ser el ministerio de las innovaciones, de las patentes juveniles, del apoyo a las startups, y no un candidato a desaparecer.
Basta con las acciones de los pocos para que haya un estigma sobre los muchos y que los logros en materia política y de participación se vengan por el suelo. Son más los que creen en un proyecto de nación y no en un proyecto personal. Son más los que construyen que los que destruyen. Son más los que están listo para transformar el país que los que solo quieren transformar su economía. Esos son los que salvan a la juventud actual y la que ha de venir del borde de la estigmatización que dos o tres lo han colocado.
Comentarios...