Por Ascanio Casado Alcántara
¨Dejé mi familia atrás y me vine a este país, aunque mi cuerpo está aquí, el espíritu está allá, los recuerdos de mi campo no se borran de mi mente ahora soy uno de tantos, un dominicano ausente….¨
Es el inicio de la emblemática canción ¨Un Pie aquí y el otro allá,¨ popularizada en la voz de Sandy Reyes, la cual describe toda la nostalgia que asalta a todo aquel o aquellos que emigran, ya sea por falta de oportunidades económicas, represión política, en fin, por cualquier razón.
LA PATRIA ES LA INFANCIA
El amor del hombre por el lugar que lo vio nacer es algo que va en el ADN de toda criatura viviente. Se dice que la patria es la infancia, y esa unión eterna de la criatura con el lugar donde vio la luz del mundo por primera vez, ese amor que se siente por todo lo que formó el espíritu y la inteligencia en los primeros tiempos de la juventud, nos las describe Juan Bosch en el siguiente párrafo:
Ël hombre, la criatura de Dios, está unida de manera cabal, total y completa, con el lugar donde ha nacido, con el sitio donde recibió sus primeras impresiones, con el lugar que está fijo en sus recuerdos más antiguos . Y así uno ama hasta el barro del camino por donde correteó de niño; uno ama los troncos de los árboles a cuya sombra se detuvo a refrescarse; uno ama el habla, incluso, esa habla compleja, difícil, pero sencilla y sincera de mi pueblo cibaeño; uno ama todo lo que formó su espíritu y su inteligencia en los primeros tiempos de la infancia. Y es probable que esto no sea sólo una condición del hombre, puesto que en la India, tierra del feroz tigre de bengala, los que conocen al tigre por tenerlo cerca dicen que cuando está viejo, ya sin garras, anciano moribundo o herido de muerte, va buscando trabajosamente la cueva donde lo amamantó la madre¨. ¨
Tan cierto, que toda la grandeza que encierra esa reflexión de Bosch, es semejante a esta del escritor, historiador e etnógrafo dominicano, José R. López:
Ël amor a la tierra en que nacimos es uno de los más tenaces sentimientos instintivos que influyen en los seres vivientes. Donde se nace, allí desea el hombre que transcurra su vida entera, a fin de que sea el dicho de ¨debemos el alma a Dios, y el cuerpo al lugar donde nacimos¨.
Esa misteriosa fuerza que une al hombre con el lugar donde nació, José Ramón López lo entiende a que corporal y moralmente, uno forma parte del suelo en que nació y ningún otro suelo se adapta tan perfectamente, ya que nuestro cuerpo es un compendio de todos los minerales, de todos los gases, de todas las sustancias que componen el país donde vinimos a este mundo, de ahí que en ningún otro lugar se encuentre un equilibrio tan perfecto como aquel que viene dado entre el individuo y su patria de origen.
La historia del hombre sobre la faz de la tierra lleva el sello de la búsqueda permanente de un mejor estilo de vida. Ese afán por mejorar él y su entorno es lo que hace que en determinados momentos lo convierta en un ser migrante. Por cualesquiera que sean las causas…
El migrante se adentra a un mundo desconocido. La vida del hombre en el planeta está tejido por un ir y venir hacia todos los confines del globo terráqueo, sus huellas están impresas en todo el planeta. Con sus pasos ha ido dejando dispersos, sueños, ilusiones, esperanzas, en la tierra y en el aire, en los ríos y en la mar. Su sonrisa le ha dado música a sus nuevos hábitats y con su sudor y sus lágrimas han fecundado otras tierras.
El hombre, con un alto espíritu de arrojo, ha demostrado que no hay fronteras que no pueda remontar. Que si una vez se apacentó en un lugar, el cambio de la situación lo empuja nuevamente a caminar por nuevas sendas.
Solo él conoce la medida del sacrificio, las penurias, el precio que ha tenido que pagar tras la búsqueda de sueños e ilusiones que en la mayoría de los casos, van acompañada del abandono de sus seres más queridos y la tierra donde vio por primera vez la luz, viajando ya sea por aire, mar o tierra, a merced, en algunos casos, de traficantes de ilusiones, vendedores de sueños y esperanzas.
Hoy, en cualquier parte del planeta, aparece un dominicano, tratando de salir hacia delante, trabajando con tesón, , y siempre, con su mente puesta en la hora de retornar a su puerto de origen.
La laboriosidad del dominicano no conoce horarios ni fronteras. Fruto del trabajo de todos esos migrantes que se encuentran dispersos por el mundo, fundamentalmente los radicados en los Estados Unidos y Europa, las remesas que remiten asciende a la cifra de más de 4,000 millones de dólares por año, equivalente a un 7 por ciento del PIB, lo cual confirma lo que una vez dijo Juan Bosch: La más valiosa exportación del pueblo dominicano lo representa el dominicano en el exterior.
A la fecha, más de dos millones de dominicanos se encuentran residiendo en el exterior, de los cuales, aproximadamente un millón 800 mil residen en los Estados Unidos, constituyendo en una fuerza importante en diferentes ámbitos de dicha nación, y la comunidad que más al tanto está de los acontecimientos del país.
Para el año 1988, Bosch se vislumbraba como el candidato a vencer en las elecciones del 16 de mayo de 1990, lo que lo llevó a viajar a Nueva York para participar en varias actividades organizadas por la seccional Jaime Vargas, del Partido de la Liberación Dominicana.
Durante su estadía en dicha ciudad, Bosch participó en una cena conferencia en el Hotel Marriot Marquis con la asistencia de más de 800 dominicanos, según reseña el Listín Darío, del lunes 10 del 1988, en su página 21, con el título Bosch cree emigrados a EU más valiosa exportación RD.
En dicha actividad enfocó los problemas fundamentales del país, los mismos, lo de siempre: electricidad, transporte, devaluación de la moneda, la emisión de dinero inorgánico, lo cual había provocado la devaluación del peso, lo que había encarecido la vida y provocado la peor crisis desde los tiempos de Lilìs, según sus palabras.
Afirmó que entre los problemas que afectaban en esos momentos de forma dramática al pueblo dominicano, no solo era el de la energía eléctrica sino también se encontraba el transporte público, a su decir: ¨hay unos armatrostes que se andan cayendo a pedazos, y que es donde la gente del pueblo tiene que montarse para ir a sus trabajos o a la universidad, o a cualquier actividad particular¨.
Pero donde Juan Bosch le puso la tapa al pomo, fue cuando afirmó que la mercancía más valiosa que exporta el pueblo dominicano la constituían los dominicanos residentes en los Estados Unidos.
Bosch afirmó, que ¨había reflexionado mucho sobre el problema y había llegado a la conclusión de que el trabajo honrado de los dominicanos ausentes ha permitido que la economía dominicana siga funcionando¨.
Lo que una vez Juan Bosch definió como la mejor mercancía que exporta el país ha ido agregando valor a su presencia en esos países que le han acogido descollando en las diferentes área del saber, insertándose en la política, el trabajo comunitario, el ejercicio profesional, en fin, en todo lo que ennoblece al ser humano.
Esos dominicanos ausentes, que el destino les deparó de profesión ser inmigrantes en búsqueda de un mejor porvenir para ellos, su familia y la tierra que les vio nacer, constituyen la más valiosa mercancía que exporta el pueblo dominicano, como bien lo afirmara Bosch.
El poeta español, Luis Cernuda, el cual abandonó su patria, España, a raíz de la guerra civil española y la instauración de la dictadura de Franco, en su poema Tierra Nativa, describe en su caso, que es de todos los que salen en búsqueda de la oportunidad que en esos momentos su tierra les niegas o movidos por ¨la trágica experiencia¨ del exilio, la nostalgia que se siente por el recuerdo de las vivencias de su niñez, de su juventud: ¨Todo vuelve otra vez vivo a la mente, irreparable ya con el andar del tiempo, y su recuerdo ahora me traspasa el pecho, tal puñal fino y seguro¨/Raíz del tronco verde, ¿quién lo vence?. Tu sueño y tu recuerdo, ¿quién lo olvida, tierra nativa, más mía cuanto más lejana¨.
El gobierno debe de crear una plaza o monumento que honre o enaltezca a todos esos dominicanos que hoy viven bajo otros cielos presentando la mejor versión de nuestro pueblo, los cuales son parte fundamental en el desarrollo que hoy es palpable en cualquier rincón del país gracias, en parte, a todos esos hombres que un día eligieron como profesión ser emigrante.
El autor es ingeniero civil. Reside en Santo Domingo
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