Corrió como pólvora la noticia de la clausura momentánea del establecimiento conocido como Villas Tatón, un hermoso lugar que ha tenido un gran impacto positivo en la oferta turística de Ocoa. Según leí, la medida fue adoptada por las autoridades, en este caso el Ministerio de Interior y Policía y el departamento encargado de controlar las bebidas alcohólicas (Coba), acogiendo las quejas de comunitarios de esta zona, sobre ruidos nocturnos producidos por algunos huéspedes, que les impedían conciliar el sueño.
Las autoridades tienen derecho a realizar sus funciones y los comunitarios todo el derecho a quejarse; el problema es que al tratarse de nuestra industria sin chimeneas, que pretende desarrollarse bajo el manto ecoamigable, el manejo de estas situaciones puede ser bastante dañino para Ocoa, como destino, si no se hace con la debida mesura y si se actúa con desconocimiento del área turística. Este lamentable episodio, que nunca debió de ocurrir, debe llamar poderosamente la atención del Consejo de Desarrollo Ecoturístico de San José de Ocoa (Codeprosjo), órgano llamado por la Ley 151-2004 a ser el rector de la actividad en nuestra zona de desarrollo. No se puede actuar sin tomar en cuenta nuestro turismo como emprendimiento colectivo, en la zona de Tatón y en toda la provincia.
Estamos creciendo y el crecimiento genera cierto grado de desorden. Eso es normal hasta en los seres humanos. Por eso, para seguir creciendo las reglas deben estar claras y siempre fundamentadas en los principios que rigen el ecoturismo, según la Sociedad Internacional de Ecoturismo, y en los lineamientos que presenta la ley.
Los 8 principios ya los he mencionado anteriormente, pero hace falta la voluntad de comprender que no sabemos todo y es necesaria la apertura para los aportes conceptuales y de otra índole. Lamentablemente nuestra sociedad incentiva el revanchismo y cualquier sugerencia es tomada como crítica negativa.
Hace falta que el Codeprosjo asuma con diligencia su papel protagónico de autoridad máxima y comience a guiar, de manera general, los establecimientos turísticos de la zona. Ese organismo está compuesto en su mayoría, por gente que se dedica con efectividad y entusiasmo a sus funciones en la vida pública; pero hay que sacar tiempo, de manera constante y casi rutinaria, para dedicarlo a regir el desarrollo del ecoturismo y las actividades alternativas. No es cuestión de agazaparse y dejar que la bola pase por encima. El tiempo para el ecoturismo hay que buscarlo, de manera periódica, involucrando a todos y cada uno de los miembros, representantes de instituciones. Sus reuniones no pueden ser noticias ocasionales.
A la hora de llevar a cabo cualquier proyecto, debe establecerse claramente la observación de los siguientes principios del ecoturismo:
- Minimizar los impactos físicos, sociales, conductuales y psicológicos.
- Desarrollar conciencia ambiental y cultural, y respeto.
- Proporcione experiencias positivas para visitantes y anfitriones.
- Producir beneficios financieros directos para la conservación.
- Generar beneficios financieros, tanto para la población local como para la industria privada.
- Ofrecer experiencias interpretativas memorables a los visitantes, que ayuden a aumentar la sensibilidad a los climas políticos, ambientales y sociales de los países de acogida.
- Diseñar, construir y operar instalaciones de bajo impacto.
- Reconocer los derechos y creencias espirituales de los pueblos indígenas (o habitantes nativos) en su comunidad y trabajar en asociación con ellos para crear empoderamiento.
Si no se respetan estos 8 principios, se vulneran las bases del ecoturismo. Pero si no se instruye a los propietarios y manejadores de establecimientos, a operar fundamentados en estos principios, se está dejando la actividad a la deriva, entre bonitos slogans y envidiables sesiones fotográficas.
Villas Tatón despertó el apetito para la comercialización de villas privadas que ya existían y para la construcción de otras similares. El proyecto ha sido levantado con esfuerzo perseverante, por una familia respetuosa y que es símbolo de trabajo comunitario. Sin esta iniciativa, no hubiésemos avanzado tanto como lo hemos hecho. Cualquier diferencia con sus operaciones, se resuelve sin mayores inconvenientes, eso lo puedo asegurar. Pero la clausura, aunque sea momentánea, lesiona su imagen y la del ecoturismo ocoeño. Esta noticia trascendió a San José de Ocoa y la pude leer en medios ajenos a lo local.
Aunque en este proceso las autoridades actuantes hicieron el trabajo que les corresponde, según su descripción de funciones, si queremos fomentar el ecoturismo, en lo adelante debemos abogar por la existencia de la Policía Turística (Politur), que conoce el área y sabe que situaciones como la acontecida, deben ser manejadas con un criterio diferente. No se trata de bullicio en un vecindario, se trata de una actividad en la que se han invertido mucho tiempo y muchos recursos, para lograr los avances que hasta ahora pueden exhibirse.
Resumiendo, yo abogo por la activación del organismo rector, para comenzar a aplicar los principios, instruir a los propietarios y dar seguimiento milimétrico a cada caso. Hay que evitar escándalos y lograr la convivencia armónica entre propietarios y residentes del lugar. Y esto hay que repetirlo cada vez que surja un inconveniente con cualquier establecimiento, como van a surgir por tratarse de actividades dinámicas que envuelven a mucha gente.
Digo… si de verdad queremos ecoturismo, como fue concebido en su génesis.
Espero que mis buenos amigos de Codeprosjo, asuman las buenas intenciones de esta publicación. Hay que seguir creciendo.
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