Por Yoni Cruz
En el monitor de mi Mac veo la escena dantesca de un joven atado y semidesnudo, encima de una sucia barbacoa, que aterrorizado mira cómo otros hombres de edades similares a la suya se preparan para un acto deleznable. Implora perdón para evitar la tortura. Pero ya es inevitable.
“Menor” se escucha le llaman al que parece ser el jefe. Al menos hay un ayudante y otro que filma con la cámara de un celular la aberración que está a punto de cometer. El jefe da la orden de bajar la víctima al piso, y de inmediato “Menor”, con una mano metida en una funda plástica, saca excrementos humanos y le llena la boca al infeliz muchacho, se la esparce con saña por todo el rosto, por toda la cabeza, mientras le repite qué ha motivado el salvaje castigo: “Come mieida ahí, que tú le echate mieida ai comandante”.
Esta podría ser la escena de una película hollywoodense de esas que describen las supuestas torturas a que serían sometidos los soldadados “missing in action” en la guerra de Vietnam. Pero lamentablemente se trata de una escena real de nuesrtras cárceles. Si usted cree que exagero, ingrese a Youtube y haga una búsqueda con estas palabras: “Reclusos ponen a otro a comer heces fecales”, y si logra ver por completo el video, se dará cuenta del nivel de deshumanización y brutalidad que campea en nuestros recintos carcelarios.
Queremos imaginar que este joven sobrevivió a tal agresión. Pero la humillación, el abuso sufrido allí jamás lo abandonará, y probablemente su venganza no esté muy lejos del modo y estilo de sus verdugos. Esta escena es una diminuta muestra de la realidad que se vive en las cárceles del viejo modelo carcelario dominicano.
Nuestro ordenamiento jurídico establece sanciones para cada acto delictivo. La Carta Magna prohibe la tortura y la pena de muerte. Es decir, que no importa el delito cometido, la condena máxima no incluye pena de muerte, y el Estado es garante de la integridad de toda persona privada de libertad.
Pero nuestras cárceles son cementerios de hombres vivos, es común escuchar. Allí existe un submundo, donde el sicariato, las drogas, la violencia, el hacinamiento, la injusticia y las violaciones a los derechos más elementales del individuo se confunden con el hedor y la suciedad en que habitan los internos.
Un ex preso político de los gobiernos de Joaquín Balaguer, torturado más de una vez en aquellas “ergástulas” a las que lanzaban jóvenes opositores al regimen dictatorial de los doce años; un hombre que conoce de la violencia y en qué convierte a los que allí cumplen penas, puso su esfuerzo y su capacidad para cambiar esa realidad.
Roberto Santana es el padre del Nuevo Modelo Penitenciario de República Dominicana. Una respuesta eficaz y exitosa al tradicional modelo que más que un centro de rehabilitación es un centro de estudios superiores para la delincuencia, y un lugar en que la vida no vale absolutamente nada.
El Nuevo Modelo Penitenciario regenera al que delinque, le brinda la oportunidad de reivindicarse, de reconstruirse y a la vez cumplir el castigo que la Justicia y la sociedad le impusieron.
Roberto Santana, un histórico ex dirigente estudiantil, reconocido junto a Amin Abel y Hatuey DeCamps como uno de los más importantes líderes de la Federación de Estudiantes Dominicanos (FED), exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, cuya gestión aún se recuerda como una de las que mayores aportes hizo a la institucionalización, desarrollo y reorganización de esa casa de altos estudios.
Su legado de arduo trabajo a favor de la sociedad está ahí, a la vista de todos. Sin pasarle facturas a nadie. Sin chantajear ni usar su profesión o posición para amasar fortuna. Sin pretender nada más que la consecusión de obras en beneficio de la colectividad.
A raíz del fallo del juez Francisco Ortega Polanco, que ordenó medidas de coerción para los imputados en el caso de sobornos otorgados y reconocidos por la empresa constructora brasileña Odebrecht, surgió el debate en torno a la decisión de enviar a uno de los implicados a la cárcel La Victoria, un pedimento del Ministerio Público que causó extrañeza en la opinión pública, pues no quedó claro cuál era la motivación para que Ángel Rondón fuera recluído en esa cárcel y no en Najayo, como el resto de encartados.
Roberto, quien es miembro fundador del Patronato Nacional Penitenciario, cometió un grave pecado, para algunos, al plantear sin titubeos que Rondón no debía ser enviado a la cárcel La Victoria, pues allí la vida del que es figura clave en el supuesto entramado de corrupción de Odebrecht, no estaría garantizada en ningún lugar ni momento. Dijo que “Rondón está más seguro en la calle que en La Victoria”. Propuso se le llevara a una cárcel más segura, del Nuevo Modelo Penitenciario, o una con mayores rigores que La Victoria.
Y es que Santana sabe mejor que nadie, que internar en La Victoria a la pieza clave de un caso tan complejo y de tanta dimensión, es algo así como una especie de “crónica de una muerte anunciada”, y por lo tanto, la imposibilidad de concluir debidamente el proceso judicial ya en marcha contra el grupo de figuras políticas y empresariales involucradas en los sobornos. Su interés es que se preserve la vida de estos ciudadanos, a los fines de garantizar que la justicia pueda determinar su culpabilidad o no en los hechos que se les imputan. No hay otra motivación.
Efectivamente, la familia, los abogados de Rondón y la Justicia estimaron prudente la recomendación de Santana, y el juez decidió, a último momento, enviar al recluso a Najayo, en lugar de a La Victoria.
Pero allí él y los demás fueron colocados en el lugar más vulnerable de esa cárcel, que es un módulo que está a menos de 30 metros de la vía pública, y es precisamente el sitio que fue atacado desde la calle hace algo más de dos años, en el que murieron cinco personas y 12 resultaron heridas.
Dado que Roberto conoce como su propia casa el lugar, ha sugerido que los internos del caso Odebrecht sean colocados en una zona de mayor seguridad, asimismo como prohibir que se ingrese comidas, medicinas que no sean proporcionadas por las autoridades de Najayo, además de impedir el ingreso de personas armadas al lugar. Todo para preservar la integridad de estos hombres y garantizar el proceso de la investigación.
Esto no ha caido bien en algunos sectores, que le han acusado de querer beneficiarse, de querer “brillar” con sus peticiones. Un comunicador al que el pueblo ha dado en llamarle “empresario de la palabra” y “bocina” ha pretendido incluso convencer a la ciudadanía que Roberto busca obtener principalía, porque es un fracasado político, es decir, que pretende erigirse en una especie de nuevo líder con fines de acceder a elevadas posiciones en el Estado. Pero parece que él desconoce la historia de este hombre, que en el pasado ha recibido propuestas de importantes líderes del PLD, PRD y PRSC, y, aparte de haber corrido como candidadato a Senador por su provincia, San José de Ocoa, ha obviado todas las demás propuestas a cargos electivos.
Igual que en otras ocasiones, “han caido los palitos” al Nuevo Modelo Penitenciario, echando mano a un viejo plan que se concibió hace mucho para, primero asfixiar económicamente el proyecto de reforma carcelaria, y luego hacerla sucumbir, porque parece que para algunos sectores es útil el viejo modelo que alberga cárceles como La Victoria, el 13 de Azua y muchas otras desde donde se pueden dirigir bandas delincuenciales, o sacar asesinos que cumplen condenas allí para realizar “trabajitos y encargos” en la calle.
La verdad, Roberto se siente mejor sirviendo en la UASD, construyendo el Nuevo Modelo Penitenciario, o levantando la bandera del Padre Luis Quinn en defensa de Ocoa y Rancho Arriba, para no hablar de su labor liderando los procesos de reforma carcelaria en países de Centroamérica como El Salvador, Honduras, Costa Rica, Guatemala, labor reconocida por las Naciones Unidas y que le ha valido que el gobierno de Guatemala nombrara “Academia del Modelo Penitenciario Profesor Roberto Santana”, a su primera institución educativa del sistema penitenciario reformado.
Santana es un hombre que está por encima de esas nimiedades, pero su accionar y su liderazco parece que le quita el sueño a algunos en el país, que ven él a un potencial candidato emergiendo del desorden y la crisis que poco a poco se convierte en crisis política, y en un eventual vacío de poder, este líder natural sea mirado por el pueblo como una alternativa electoral. Por ello han echado los perros a ladrar. Por eso es el desaforado modo en que se ha irrespetado a este ciudadano decente y sencillo que ha tenido la oportunidad de haber corrido con éxito por la Presidencia de la República, pero que ha preferido la noble labor enseñar, luchar por los más desfavorecidos, y construir soluciones en favor de la sociedad, distinto a quienes sirven de bocina contra él, que hoy exhiben indecentes fortunas que no pueden justificar convincentemente.
@YoniCruz14 / Acento.com.do
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