Se intenta un movimiento para declararlo persona no grata en San José de Ocoa
Por Nóbel Mejía.-San José de Ocoa
El ejercicio de la comunicación, más allá del conocimiento o las herramientas teórico catedráticas, debe apegarse a las reglas éticas, transparentes y a lo que he denominado “el sentido común mediático”, aquello que mi profesor Guarocuya Batista refería como “lógica de caballo”. Es allí donde el señor Julio Martínez Pozo peca con todas las de la ley, fuera de toda duda razonable.
Las “sugerencias” del veterano comunicador en el sentido de pretender que el ilustre ocoeño Roberto Santana encabeza una cruzada infundada para denunciar privilegios en favor de los encartados del caso Odebrecht es una barrabasada, sobre todo porque existe evidencia sobrada de que el ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) tiene toda la razón del mundo. Conclusión a la que llegamos sin ser expertos en la materia, bastando con someter las cosas a un análisis histórico – comparativo de causalidad. Lo que se está haciendo con esos prisioneros dista bastante de la realidad del resto de los preventivos. Para Martínez Pozo no existen tales privilegios, por demás agigantados ante la lupa de la colectividad.
Peor aún, sugerir que Roberto es movido por “egoteca” (bliblioteca de egos personales) es desconocer la historia de sangre y fuego detrás de ese distinguido naranjalero. Cuando muchos dormían el sueño eterno, anestesiados por el terror, Santana escribía páginas de libertad desde las trincheras de honor. Martínez Pozo es un extraño amigo, sobre todo porque desconoce que nuestro compueblano es un hombre sin poses, humilde y chabacano.
Cuando yo escuché la discusión no violenta entre estos señores en el Sol de la Mañana de la estación radial Zol 106.5 FM, especificamente a través de llamada telefónica de Santana, pensé: “será que Julio Martínez Pozo se está volviendo loco”, “es un apretao discutiendo lo indiscutible”. Nadie como Roberto para defender, conocer y hablar con propiedad acerca del Nuevo Modelo Penintenciario, es prácticamente su hijo. A eso añadimos que la vida de Ángel Rondón, el sistema de justicia y el país tiene una deuda de gratitud con él.
Si Roberto Santana se queda callado, qué Juan de Los Palotes pretende Martínez Pozo que hable. La vida de los encartados debe protegerse a toda costa y, aunque dada la dimensión del caso amerita uno que otro cuidado, jamás sus derechos están por encima del resto de los preventivos. Esa chabacanería de querer que esa gente esté en modo Resort, visitas y bultos 24/7, es una muestra fehaciente de zona privilegiada. Lejos de hacer bien, expone a los preventivos y se puede prestar para muchas cosas. Todo esto sin obviar que se rompe las reglas del Nuevo Modelo Penintenciario.
Si Roberto pertenece o no al actual patronato carcelario que se refiere es una cuestión banal, sobre todo porque no hay que ser un genio para saber que este ha de ser fuente obligada de consulta.
Pero donde Julio “la maco” en grande es que se puso bruto e irracional por momentos, de hecho pensé que podía estallar con una cólera similar a aquella en la Z101. Gracias a la diplomacia de un hombre “candela” que cultiva lo pasivo y humilde de una manera exquisita, las cosas estuvieron siempre bajo control. Martínez Pozo intentó dejar a Roberto mal parado frente a la opinión pública, sobre todo por sus insinuaciones de “mete la mano ahí que la arañita no está ahí”. Creo, sin temor a equivocarme, Santana lo dejó en ridículo y con el moño hecho.
Existe un intento de crear un movimiento que buscaría declarar a Julio Martínez Pozo como persona no grata en la provincia San José de Ocoa, hecho que baila entre opiniones a favor y en contra, en todo caso dando la razón a Roberto Santana. Yo más bien creo que sería más contundente escuchar la voz de defensa de los intelectuales ocoeños, los movimientos sociales, la diáspora y las autoridades electivas y ejecutivas. Por buena o mala suerte, la opinión y el derecho a disensión no se puede o debe obligar.
Aunque lo creo extremo, innecesario e intolerante, sobre todo por tratarse de la opinión “interesada” o no de un periodista acusioso, manejador de datos correctos o incorrectos, arriesgado y controversial haciendo lo que sabe hacer, si surge un manifiesto con el aval de la mayoría bienvenido sea. Visto en esos términos, lejos de presión y ante el hecho de que la forma no altera el fondo, soy el primero en apuntarme. Antes, invito a mis lectores formarse un cuerpo de opinión sobre la base de escuchar todas las campanas.
Recordando al sabio viejo de la Máximo Gómez, Martínez Pozo se cagó fuera del cajón. El asunto de los privilegios resalta a la vista, Roberto confirma lo que todos sabemos o sospechamos. La voz de los ocoeños debe retumbar en las cuatro esquinas de la bolita del mundo.
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