Desde que llegó al poder, Luis Abinader ha hecho esfuerzos por incrementar las recaudaciones con el evidente propósito de poder financiar el voluminoso programa de obras y compromisos que ha asumido para responder a las necesidades reales y promesas de campaña.
Tal vez por esa necesidad su gobierno recurrió tan pronto como en septiembre de 2020 a tratar de pasar una reforma fiscal oculta en el proyecto de Presupuesto General del Estado para este año, lo que levantó un consenso de oposición que el mismo Abinader se vio obligado a frenar, aunque advirtiendo que daba seis meses para que se alistara el pacto fiscal porque la reforma tendría que aprobarse para entrar en vigencia con el presupuesto de 2022.
En diciembre pasado, el ministro de la Presidencia Lisandro Macarrulla declaró a la prensa que el gobierno esperaba que el Consejo Económico y Social (CES) discutiera el pacto eléctrico para aprobarse en enero y de inmediato buscara el consenso para el pacto fiscal que no podía postergarse más.
El pacto eléctrico se firmó sin consenso el 25 de febrero pasado y lo que está en evidencia es que el gobierno tendrá que seguir subsidiando al sector energético y eventualmente pasar activos importantes al sector privado que con gusto sabrá aprovechar la cuantiosa inversión estatal en la termoeléctrica carbonera de Punta Catalina, con la misma virtud que lo ha hecho en otras plantas donde es socio “minoritario” del Estado, pero las administra.
Pacto fiscal
En esta calurosa primavera, el tema de la discusión de una “reforma fiscal” vuelve con inusitada urgencia porque el gobierno necesita formular el presupuesto del próximo año y el tiempo apremia para saber de dónde va a sacar dinero para financiarlo.
El presidente Abinader se ha ocupado de pedir a todos los sectores que “aporten” sus ideas para que la reforma fiscal sea un consenso y aunque no tengo la esperanza de que aquí vaya a haber ninguna discusión seria de este tema sino una mesa para defender intereses de grupos, doy mi humilde opinión para quienes quieran oírla.
Si no le ponen caso los líderes que deciden por todos los dominicanos, al menos quienes vamos a sufrir las consecuencias del golpe brutal en los ingresos reales, sabremos que hay soluciones muy diferentes a seguir cargando al pueblo con impuestos.
Alternativas a impuestos
Las reformas fiscales en el país son esencialmente aumento de impuestos, laxitud en el gasto y fiesta de endeudamiento.
Una verdadera reforma fiscal crea condiciones para limitar el gasto a lo fundamental, optimizar los recursos, racionar lo disponible para atender lo prioritario y hacer de la transparencia y la auditoría ciudadana directa una práctica cotidiana y tomada en cuenta por los órganos de control del patrimonio público.
Es también definir un tope de endeudamiento estatal tanto interno como externo para no seguir estrangulando el presupuesto con un porcentaje de interés de la deuda tan elevado como el que tiene el Estado desde hace años.
Sin esas dos condiciones, aumentar impuestos no resuelve nada porque disponer de mayores ingresos sin límites de gastos ensancha las válvulas de escape y en lugar de darles 100 millones de pesos a los artistas como se hizo el año pasado, se les dan 200 para que vayan a los lugares turísticos a disfrutar.
Recortar la evasión
Ronda por los pasillos la versión de que el gobierno buscará, con escasas excepciones, generalizar el pago del Itbis a todas las operaciones comerciales reguladas, entre otras figuras impositivas.
El Itbis es el impuesto que paga únicamente el consumidor, nadie más, pero que tiene como “agente de retención” a los comerciantes intermediarios y a empresas que venden o compran bienes y servicios gravados.
Aunque todos los consumidores pagan el Itbis, tanto en supermercados, restaurantes, tiendas de ropa o repuestos de vehículos, llamadas telefónicas o compras en el colmado, una parte significativa de ese dinero no llega finalmente a la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) porque los retenedores no lo reportan y por tanto se quedan con lo del consumidor y del Estado. ¿O no es así?
A falta de un estudio honesto de la magnitud de este doble hurto, las estimaciones de evasión varían entre 35 a 40 por ciento, lo que significa que con los niveles impositivos actuales el fisco pierde de recibir 37 pesos promedio por cada 100 pesos que paga el contribuyente. Si el gobierno no enfrenta esa evasión y la reduce aunque sea a la mitad, ninguna reforma tributaria surtirá efecto porque la sangría seguirá su curso y al final las autoridades estarían haciendo el negocio de “capar perros”, que según la leyenda era tan malo que el castrador cobraba un peso por castrar un perro y pagaba dos a un ayudante para que dominara al animal durante la mutilación.
Subir impuestos para que el agente de retención se quede con una proporción, es alimentar un parásito peligroso en el aparato digestivo de los ingresos del Estado y proporcionar un incentivo más para aumentar la evasión.
¿Cómo frenar la evasión?
Hace más de diez años le sugerí a un reputado economista que la mejor forma de eliminar la evasión del Itbis en el país es concentrar en Impuestos Internos la recaudación total y eliminar a los agentes de retención.
Eso es posible si el gobierno habilita legal y administrativamente un sistema seguro de venta del Itbis similar al que se utiliza para la compra prepagada de minutos de voz y data en las empresas telefónicas.
Sencillamente Impuestos Internos vende tarjetas o códigos con los montos que desee la persona que va a comprar y cuando esta hace una operación de compra, además del pago neto de la mercancía, pasa la tarjeta o el código para pagar el Itbis aparte.
Con ese sistema, una persona que va a comprar un neumático a una tienda y que cuesta 10,000 y se eleva a 11,800 pesos al sumarle el 18% de Itbis, paga el valor neto al comerciante y pasa su código para saldar los 1,800 pesos de Itbis que ya ha adquirido en Impuestos Internos.
Así no hay forma de cobrar el Itbis y que el agente de retención se lo robe, aunque si mantiene una doble contabilidad –lo que la autoridad debe perseguir- es posible que el comerciante llegue a un acuerdo con el comprador para no cobrar el Itbis y compartir ese monto entre ambos.
De las exenciones de ese y otros impuestos ni me molesto en hablar porque si los gobernantes no les hacen caso a los organismos internacionales más reputados que recomiendan bajar el gasto tributario, ¿para qué gastar pólvora en garza muerta?
Mejorar la eficacia recaudatoria con las cargas tributarias actuales es más efectivo y menos costoso para la gobernabilidad que lanzar otro paquetazo que baje directo a “carterear” a la clase media y a mandar cientos de miles de dominicanos a la pobreza extrema y a constituirse en un ejército de buscadores de ayuda en el gobierno que los políticos todos convierten en votos de gente que pierde la vergüenza obligada a pedir y a dar a cambio su voto y la garantía de que no protestará como no lo hace el cerdo cuando lo llevan amarrado al matadero.
Comentarios...