La guerra de abril de 1965 nos dejó enseñanzas que debemos tener muy presente en todo momento.
Nos enseñó que la lucha armada es un método de lucha al que debemos estar prestos a recurrir en caso de cualquier ocupación extranjera, aunque en la presente coyuntura los métodos de lucha no violentos son los principales.
Que el imperialismo de los EEUU de Norteamérica es el enemigo principal de nuestra nación y de toda la humanidad en la actualidad.
Abril del ’65 puso en evidencia una vez más, (ya eso había ocurrido en la Guerra Restauradora de 1863-65) que el pueblo en armas y en estrecha unidad con sectores militares patrióticos son capaces de enfrentar y derrotar a las clases reaccionarias nativas y de enfrenrar con elevada dignidad toma intromisión firánea.
La guerra civil y posteriormente patriótica de abril de 1965, demostró, que en nuestro país existe una clase social oligárquica de grandes empresarios y terratenientes que junto a la cúpula de la iglesia católica y la alta jerarquía militar son aliados y serviles incondicionales al dominio que ejerce el imperialismo y sus empresas en nuestro país.
Abril nos enseñó que el poder de las clases reaccionarias locales pueden ser derrotados en la medida que el pueblo en masa tome las calles y las armas.
Eso quedó más que evidenciado cuando en solo cuatro días de combates fueron aplastadas y desmoralizadas las tropas de San Isidro y de la Policía Nacional; las que se salvaron de una derrota aplastante y definitiva por invasión de los marines yankis.
En abril de 1965 se puso de manifiesto también, algo que ya se venía repitiendo en nuestra historia: la participación de un sector milirar a favor de la lucha patriótica.
Eso ya había sucedido en 1844, I863, en el 1916 e incluso durante la dictadura trujillista.
Son inmensas las enseñanzas de abril de 1965: la participación militante de las mujeres, de la juventud, de gente de todas las edades, civiles y militares, intelectules, trabajadores de la cultura y artistas, de gente del pueblo pobre de los barrios humildes y de clase media, obreros, campesinos y provincianos que vinieron a la capital a pelear por su patria, choferes, trabajadoras sexuales, omosexuales…la de abril fue una guerra del pueblo, de ahí su poder y contundencia.
Abril nos enseña, que para coronar victoriosa la revolución popular y de liberación nacional tenemos que construir la más amplia unidad en la diversidad del campo popular y patriótico.
Abril demostró que los auténticos liderazgos se construyen al fragor de las grandes luchas, no en las comparecencias en los medios de comunicación, en las campañas electorales o en las redes sociales.
El glorioso Coronel Caamaño, el más extraordinario líder antiimperialista dominicano del siglo pasado surge de las entrañas de la epopeya de abril, porque junto a su pueblo fue capáz de interpretar los justos anhelos de democracia e independencia de la patria y de bienestar de las mayorías nacionales.
¡Aprendamos de abril!
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