Por: Wilfredo Tejeda Castillo.
Numerosas son las historias que se escuchan sobre el «Ojo de Agua», el llamado «Lago de la Muerte» del municipio Rancho Arriba en San José de Ocoa. Dicho municipio es la zona de la provincia donde existen más evidencias comprobables de la presencia taína en nuestro pueblo.
Tan antiguas son las evidencias encontradas sobre población indígena que vivió en esta zona, como las legendas que se ciernen en torno al «lago misterioso». Esas evidencias, tanto escritas, físicas como orales se suman a la cantidad de objetos taínos hallados en Rancho Arriba y otras zonas de Ocoa.
Como se sabe, Ocoa o Maniel era una provincia taína dentro del cacicazgo de Maguana, gobernada por un cacique menor cuando llegaron los españoles a la isla. Nada saben los ocoeños sobre dicho cacique. Resulta que sobre la historia de nuestro pueblo es poco lo que se ha escrito. La mayoría de los que han publicado sobre nuestra historia no han abordado esa parte. Salvo el caso del Dr. Alexis Read, pocos ocoeños han investigado sobre nuestros orígenes y nuestra historia, de forma tal, que podamos concebirlo como un estudio historiográfico más o menos profundo de San José de Ocoa.
Sobre el cacique que gobernaba en esa zona, qué se sabe? En los inicios de la colonización existió en la región un gran cacique llamado Biautex. De quien se decía tenía gran influencia y era una especie de consejero al cual otros caciques consultaban en tiempos de guerras. Sobre Biautex algunos han escrito que vivía en las cercanías de lo que hoy es Constanza. Nosotros creemos que no era así. Somos de opinión que Biautex vivía en lo que hoy es Rancho Arriba. Ha habido una confusión a lo largo del tiempo en los pocos que han mencionado a dicho cacique. Igual opinión que la nuestra, sustenta Rafael García Bidó en su «Obra Voces del Bohío» cuando escribe: Biautex: Cacique en cuyo territorio nace el río Nizao, en la actual zona de Rancho Arriba, provincia de Ocoa.
Los que mencionan al cacique Biautex, lo hacen basados en lo escrito por el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo. Sobre el particular, Fernández de Oviedo escribe en su obra; «Historia General y Natural de Indias», cuando se refiere a los lagos que había en la isla. Según podemos apreciar, el cronista hablaba sobre el actual lago Enriquillo y nada más y nada menos que sobre el lago que los ocoeños conocemos como el «Ojo de Agua o Lago Misterioso de Rancho Arriba». No otro lugar.
«El otro lago, que dije que está en las cumbres y sierras altas de esta isla, es una gran novedad y cosa muy notable para mirar; y aunque en esta isla hay algunos que hablan de el, pocos son y muy raros los que lo han visto». Oviedo continúa diciendo que solo una persona en la que pueda creer ha visto dicho lago. Se refiere al llamado Pedro de Lumbrera que habría explorado la zona antes de 1510, y dice: «este hombre y otros cristianos fueron a aquellas sierras altas, donde nace el río Nizao, en especial donde vivía el cacique Biautex, que estaba al pie de la sierra mas alta: hasta el cual cacique o asiento hay desde esta ciudad de Santo Domingo quince o dieciséis leguas».
Después de muchas dificultades para llegar y dejando atrás a sus compañeros Pedro de Lumbreras, «llegó hasta el fin de todo lo que puede subir, por un camino muy dificultoso y con mucho trabajo se pudo andar; llegando allá, vio una laguna que a su parecer dice que sería de tres tiros de ballesta en luenga o longitud, y tenía de ancho la tercia parte de lo que he dicho»
Decía Pedro de Lumbreras, que era tanto el ruido y estruendo que oía, que él estaba muy espantado, y que le parecía que aquel estruendo no era de voces humanas, ni sabía entender qué animales o fieras pudiesen hacer aquel horrible sonido. Que como estaba solo y espantado se devolvió sin ver otra cosa. Que no supo si el agua del lago era dulce o salada porque estando a doce o quince pasos del agua se devolvió.
Fernández de Oviedo escribió que eso era lo que sabía sobre aquel lago, del cual habían derramadas por la isla muchas novelas. Resulta que según sabemos, por dicha zona, es decir las cercanías donde nace el río Nizao, el único lago cercano que ha existido es el de Rancho Arriba.
Un hecho conocido por las actuales generaciones ocurrido hace algunos años, ha dado continuidad a la leyenda y creencia de misterio sobre el lago. Se dice que un joven sordomudo salio un día muy de mañana a merodear y caminar por los alrededores del misterioso «ojo de agua». Triste historia la del intrépido explorador. Cuentan que jamás lo volvieron a ver. Desapareció sin dejar rastro. Su cuerpo jamás apareció. Los que hablan del hecho, dicen que solo un zapato se encontró bastante cerca del misterioso lago.
En la obra «Leyendas Americanas», de la autoría del español José Guell y Renté; publicada en 1856. En una de sus leyendas, este escribe sobre el lago de Rancho Arriba, lo siguiente: «En la alta cúspide del Nizao, sin ser rizadas por la brisa, ni movidas por las tempestades, ni enturbiadas por las lluvias del cielo, ni tibias por el calor del sol, cristalinas reposaban las aguas del lago de la muerte. Todo el que en ellas se miraba, al apartar su imagen del espejo de sus ondas, allí moría, y solo vivió en su orilla, bajo las selvas antiguas como la luz, el butio Biautex, cacique de los sacerdotes, que sabía los secretos del cielo».
En los alrededores no existe otro lago con esas características. Se sabe que el que hoy conocemos ha estado ahí por siglos. Lo que sí todos hemos escuchado es que era mucho más grande de lo que es hoy.
Dicen que el lago no tiene fondo. Que se ha tragado animales y personas. Existe una conocida historia de que algunos lugareños trataron de hacer una prueba a ver si lograban dar con el fondo del mismo y amarraron una plancha con varias sogas y la lanzaron al lago. Por más sogas que pusieron no lograron sentir que la plancha tocara fondo.
Por igual, comentan que algunos vieron una vaca que cayó al lago y solo la sangre subió a la superficie, lo que expandió la creencia de que extrañas criaturas habitan el lago.
Las primeras líneas escritas sobre Ocoa o Maniel son tan antiguas como el descubrimiento de América, muy poco conocidas por las presentes generaciones.
En uno de los primeros capítulos de su obra «Apologética historia de América», Fray Bartolomé de Las Casas, menciona las principales provincias que existían en nuestra isla al llegar los españoles, sobre la nuestra decía; «Por la mano derecha de esta provincia, (Bonao) teniendo todavía al norte las espaldas, sigue otra grande que nombraron los indios Maniey, ( luego Maniel)• la penúltima luenga, todo lo más de ella de sierras muy altas, con algunos valles, llena de arroyos maravillosos y aguas muy frescas, y muy fértil y de los frutos de la tierra naturales bien abundante; creo que hay ó hubo salinas en ella, no de la mar, porque esta en el riñón de esta tierra, sino de las que suele haber en Castilla, y también hay hartas en estas indias, de pozos o pozas; y de esto hablo así dudando, porque esta adentro como arrinconada,». Esto fue escrito más o menos en 1535 por Fray Bartolomé de las Casas.
Dentro del rescate de nuestra historia debemos reafirmar nuestro origen taíno. Esto es parte de nuestra invaluable riqueza cultural. Un elemento importante para nuestro incipiente y creciente desarrollo ecoturístico. Es mucho lo que tenemos y podemos ofrecer para apuntalar el ecoturismo, el turismo cultural, histórico y de aventura en nuestra provincia. Por lo pronto nosotros continuaremos con más investigaciones sobre el tema y nuestra patria chica.
Ocoa sin dudas esta llena de riquezas, de todo tipo, a las que solo falta visión e interés para que se conviertan en fuentes básicas de nuestro desarrollo que contribuyan a que nuestra gente pueda vivir mejor. Ahí esta reto.
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