Décadas de esfuerzo por la integración regional de América Latina y varios intentos fallidos, nos hace pensar que estaríamos viviendo un reino de utopía o carreras, sin metas claras. Luces y sombras e incertidumbre caracterizan los anhelos de sueños de una región con historia común.
En el discurso de nuestros líderes y la clase política, aparece la integración como la panacea a nuestros problemas de desarrollo y crecimiento económico y sobre esa base se levantó nuestra utopía. Las cumbres de presidentes, conferencias, las consultas y los discursos, se cuentan por decenas. Los gastos en gestiones diplomáticas para esos procesos han sido cuantiosos.
Un integracionismo que en sus inicios tomó como eslabón al mercado, búscando un trato preferente a productos regionales y un regionalismo cerrado para protegerse del exterior. Lo que tropezó con los nacionalismos y los conflictos bilaterales, que no dejaron espacio al reducir sus proteccionismos locales.
Surge el Mercado común Centroamericano, el Pacto Andino y otros grandes proyectos con planes maravillosos pero; los resultados al devenir de los años se quedaron cortos. Se podría decir que dimos inicio a una carrera con ánimos de triunfos, pero sin metas definidas.
En los años ochenta, el neoliberalismo planteó poner los pies sobre la tierra, los discursos no superaron los niveles de dependencia. Llego el momento de abandonar el proteccionismo para dar paso a una apertura comercial bajo la sombra de la globalización. Esto implica una reformulación que apunten a una integración de cara a liberalizar la economía y búsqueda de tratos preferentes, lo que implica acuerdos comerciales con terceros, así surgen la comunidad del caribe, el Sistema Integración de Centroamérica y otros.
Hoy sentimos el peso de muchos intentos y la sensación de crisis integracionista. Con la aparición de cambios políticos progresista de algunos países, nuevas visiones se impulsan mecanismos de integración, UNASUR, ALBA y la Alianza Pacifico. Lo que permitió darle una noción ideológica a la integración catalogadas pecado por algunos.
El peso específico de Estados Unidos en estos procesos de integración es determinante, la llegada al poder de Trump y la caída de varios gobiernos llamados progresistas, varió los sentidos integracionistas.
Hoy tenemos cientos de declaraciones, acuerdos y convenios que servirán en algún momento a una decidida estrategia de Integración en América Latina, Centro América y el caribe. Se puede decir que eso hemos logrado.
Contacto: echalas1@hotmail.com
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