Varios años atrás escribí sobre la idea de una sala de cine en San José de Ocoa, asunto a contracorriente porque, según parece, ese tipo de negocio murió hace tiempo. Ciertamente, las redes sociales y las plataformas de streaming capturan la atención de la gente. YouTube, Netflix, Prime Video y otros son la revolución del momento porque están a un click de botón.
Las salas de cine han desaparecido de los pueblos y, ahora, se concentran en las metrópolis. Esa es una realidad no solo vista en República Dominicana. La carencia se sobredimensiona con la aparición de la pandemia que azota, la gente no puede reunirse en masa.
El cine está íntimamente relacionado con la sala de proyección y por eso se habla de «la gran pantalla». Ir al cine es una experiencia social que no puede lograrse en casa. No hay nada mejor que disfrutar una buena película fuera del rancho, en pareja, un grupo de amigos o personas afines. Existen telones, proyectores y espacios para emular pero nunca será lo mismo, es una magia o encanto cuasi inexplicable.
Todavía sueño con ver una sala de cine en Ocoa, quizás por el romanticismo que envuelve recordar los días de «Cine Rhand». Eso sí, algo a la vanguardia o en sintonía con los nuevos tiempos. El negocio puede girar en torno a la experiencia social, mas allá de las películas proyectadas. Un restaurante, bar o zona de refrigerio y tienda de souvenir complementarían la escena. El salón o algún anexo puede adecuarse para presentaciones artísticas y eventos. Si se busca algo mas elevado, nada mejor que pensar en una cinemática.
La idea última es ofrecer varios servicios para balancear en caso de que la cartelera no despierte interés, con ello se amortigua el alto riesgo de la inversión.
Las películas estrenos y los formatos de alta calidad (HD, 4K) pueden generar atracción porque no todo el mundo tiene o puede pagar una suscripción a servicios de streaming. Para complacer todo tipo de público, la creación de noches temáticas, incluyendo «familiar», puede generar entusiasmo en potenciales clientes.
Esperamos algún visionario sopese la posibilidad de invertir en ello. Desde luego, cuando la pandemia se aplaque y tengamos luz verde para reuniones sociales masivas.
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