Por: Milcíades Mejía
La Cordillera Central es un sistema montañoso único en la región caribeña, con aproximadamente 200 kilómetros de largo por 100 km de ancho, con un perímetro que ronda los 20,000 kilómetros cuadrados. Posee la elevación más alta de las Antillas, el Pico Duarte con 3,085m, denominado por algunos autores como el «Techo del Caribe».
Lo intrincado de su relieve, los altos picos, los hermosos y fértiles valles intramontaños localizados por encimas de los 1,200 metros de elevación, generan las condiciones propicias para una variedad impresionante de microclimas en esos lugares, en los cuales se registran bajas temperaturas, llegando a cero en los lugares de mayores altitudes, en época de invierno, así como altas tasas pluviométricas.
Las condiciones ambientales que imperan, principalmente en esta Cordillera, con su alta biodiversidad, sirvieron de argumentos al destacado periodista Adalberto Grullón para bautizar su interesante documental sobre los recursos naturales de la República Dominicana, con el título «Un Continente en Miniatura».
En varios artículos y conferencias en las que he asistido, he expresado mis preocupaciones sobre los daños, grandes y pequeños que ha sufrido por años y de manera descarnada esta cadenas de montañosas, la más importante de la región de las Antillas; los que se resumen de la manera siguiente: otorgamiento de permisos de exploraciones y explotaciones mineras, autorizaciones de canteras de agregados sin ningún criterio y control, permitir el trazados de carreteras y caminos vecinales sin planificación y estudios de factibilidad y utilidad de las mismas. Además, la ocurrencia de incendios forestales intencionales y accidentales, autorización para proyectos de explotación forestal en bosques naturales, bajo el argumento de planes de manejo, permitir asentamientos agropecuarios en zonas críticas, colocación indiscriminadas de antenas en la cúspide de montañas, uso de pesticidas en amplias zonas cordilleranas, introducción de especies exóticas, numerosas de las cuales se han naturalizado y se han hecho invasivas, agresiones y daños considerables a sus áreas protegidas, entre muchos otros impactos más.
Nuestras montañas, por sus relieves y conformación se comportan como islas, en las que predominan condiciones ambientales muy particulares, que facilitan la especiación, es decir el surgimiento de nuevas especies. Ellas son el hábitat de una alta biodiversidad y en particular de una considerable cantidad de especies endémicas, tanto de flora como de fauna. Esto hace de la Cordillera Central un importante banco genético, no solo de la República Dominicana sino de la Isla Española completa.
Por su extensión y localización, casi transversal a la dirección de los Vientos Alisios, la Cordillera Central se convierte en una gran trampa de humedad que mantiene más o menos constante el caudal de nuestros ríos. Se estima que el caudal medio anual de este sistema montañoso es de Once Mil Millones de metros cúbicos, representando el 50% del agua dulce de nuestro país, un volumen astronómico (M. Martínez, 2016.)
Los ríos más caudalosos de la República Dominicana como son: Yaque del Norte, Yaque del Sur, Yuna, Las Cuevas, Nizao, Mahoma y Mahomita, Haina, Ocoa, Artibonito, nacen de la Cordillera Central y es lógico que así sea y por fortuna drenan hacia las regiones norte y sur, llevando vida las poblaciones de estas zonas del país, sosteniendo las actividades agropecuarias, surtiendo los múltiples acueductos, generando energía limpia y las múltiples actividades humanas que se relacionan con este líquido vital.
En el país existen 35 presas que almacenas unos 2,400 millones de metros cúbicos de agua, la mayoría de ellas dependen de las escorrentías de la Cordillera Central, entre las cuales se citan: Las presas Tavera, Bao, Monción, Guaiguí, Valdesia, Jiguey, Aguacate, contra embalse de las Barias, Sabana Yegua, Sabaneta, Palomino, Blanco, Hatillo y Rincón. La seguridad alimentaria de una parte importante de la población de República Dominicana y de Haití, depende de las aguas que brotas de esta Cordillera.
La importancia de la Cordillera Central, desde el punto de vista ambiental es inconmensurable, esto se puede aquilatar con la existencia en ella de 18 Áreas Protegidas, entre las que se destacan los principales Parques Nacionales y reservas científicas del país como son: Armando Bermúdez, José del Carmen Ramírez, Valle Nuevo, Ébano Verde, La Humeadora, Padre Luís Quinn, Las Neblinas, Nalga de Maco, Francis Caamaño, Manuel Aurelio Tavarez Justo, Piki Lora, Baiguate, Loma Barbacoa, entre otras. Se estima que en estas áreas protegidas, se conserva más del 60% de la flora de República Dominicana.
Con las serias amenazas de los efectos del Cambio Climático, también juega un papel preponderante, al convertirse en un sumidero de los gases de efecto invernadero, no solo del que se genera en nuestro país, sino también de los que se emiten en otras islas del Caribe.
Otra función no menos importante que desempeña la Cordillera Central y que quizás no se aquilata, es la protección que ofrece a la región del Cibao, la más productiva de la isla, de los efectos catastróficos de los huracanes que frecuentemente azotan a nuestra región, pues en la vertiente sur se disipan o se desvían los turbulentos vientos que acompañan los ciclones tropicales y que tantos daños causan en el Caribe y sus efectos son casi imperceptibles en el norte.
Luego de hacer este sumario de los invaluables servicios ambientales que este sistema de montañas le ofrece al país, se nos hace difícil imaginarnos como sería la existencia de la República Dominicana como nación, sin la presencia, como una columna vertebral, de la imponente y maltratada Cordillera Central.
A modo de reflexión, formulo esta pregunta ¿Serían hoy las mismas condiciones de vida que disfruta el pueblo dominicano? O se parecería a la situación actual que vive el pueblo haitianos?
Las presentes y futuras generaciones de dominicanos tienen que proteger a esta cordillera, conocerla, disfrutar de sus encantos, así como también, los tomadores de decisiones que planifican las obras de desarrollo en la República Dominicana para que tomen en cuenta los criterios de conservación, al momento de emprender cualquiera proyecto que toque estas zonas de montañas.
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