Pocos han sido los ocoeños con la visión de desarrollo de la provincia a partir del ecoturismo y por tanto pocos son los logros en materia de oferta para un mercado que, antes de la pandemia, crecía a ritmos de veinte por ciento anual a nivel mundial.
Si bien es cierto que los extraordinarios aportes hechos por el padre Luis José Quinn, tenían una visión global de la potencialidad de la provincia y que el ecoturismo es beneficiario directo de las obras realizadas por “el protector de Ocoa”, también es cierto que para la época la industria del turismo ecológico no había fijado rumbo en República Dominicana.
En el año 1970 los hermanos Wicho, Homero y Sando Subero Cabral, inauguraban el Rancho Francisco, nombre con el que honraban a su padre. Rancho Francisco fue vendido cuatro años más tarde a los hermanos Felipe Antonio (Tonino), y Fernando Arturo Isa Pimentel, quienes imprimieron una visión más amplia a la instalación de recreo y lo convirtieron en el referente de Ocoa por muchas décadas. La visión de los hermanos Isa Pimentel fue tal, que abrieron una oficina en la ciudad capital para reservaciones y promoción.
José Batista (Tirigüe), ya tenía para el año dos mil una visión de desarrollo del turismo ecológico como proyecto de inversión. Unas instalaciones ambiciosas en la comunidad de El limón, que por falta de visión de conjunto no se materializó. Con el mismo propósito Batista también adquirió los terrenos de El salto de la Bocaina, hoy opera allí un lugar turístico con gran potencial.
Más tarde un grupo de inversionistas ocoeños creó una organización que buscaba, entre otras inversiones, promover el ecoturismo. Ese grupo llegó a inaugurar oficinas en el segundo piso del edificio que esta frente al ayuntamiento y la iglesia católica.
Es Pedro Alegría, el legislador más productivo que ha tenido San José de Ocoa, quien da el histórico paso de institucionalizar la apuesta por el ecoturismo con una visión globalizadora como eje de desarrollo provincial a través de la ley 151, del año 2004, que declara “Ocoa provincia ecoturistica”. A partir de entonces se empieza a generar el marco de desarrollo de la industria.
Al amparo de la ley lograda por Alegría, San José de Ocoa ha ido entendiendo su potencial de desarrollo a partir del ecoturismo y, bajo la dirección de Rafael Read Velázquez se ha posicionado para dar el salto definitivo hacia una oferta de destino.
Es el trabajo de Read Velázquez, contra corriente, porque poca gente cree en el potencial del rubro, contra la indiferencia del aparato estatal que ha visto en el organismo rector un escenario de lucha de intereses políticos y no la plataforma que representa y contra la opinión de ciudadanos de buenas intenciones pero con un enfoque tergiversado y personalista, que ha posibilitado que ocho años después, estemos hablando del ecoturismo como eje promotor de desarrollo material y bienestar colectivo en El Maniel.
Read Velázquez ha creado la estructura teórica necesaria para un proyecto de envergadura global. Ocoa tiene además, un mapa Georeferenciado que pone en la mano de un ciudadano en cualquier parte del mundo, los puntos de interés de la provincia. Se han creado rutas temáticas para distintos públicos e intereses. Se ha integrado a organismos de promoción nacional como los Clúster, y a organismos internacionales que trabajan el tema. Se ha identificado no solo nuestro inventario de lugares, sino también de nuestra gastronomía autóctona, todos, elementos indispensables para un desarrollo sostenible del proyecto.
Se pueda aludir que Read Velázquez ha hecho sus aportes como asalariado, teoría que rueda por los suelos con un simple razonamiento, “el salario no da la visión”.
Cuando se escriba la historia de los logros alcanzados a partir del ecoturismo, el Padre Luis seguirá siendo el Protector de Ocoa, Pedro Alegría reivindicado como “el gran visionario” y Rafael Read Velázquez tendrá que ser declarado “padre del ecoturismo ocoeño”.
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