Siempre hemos escuchado sobre la necesidad y beneficios del ahorro, asunto recomendado por la sabiduría de nuestros viejos y por las instituciones bancarias. Lógicamente, para los bancos es parte de su negocio. Ahorrar es bueno y puede resolver entuertos a mediano y largo plazo, de acuerdo a los objetivos trazados, «nombres y apellidos».
Lo que dice el título parece una contradicción: «ahorrar es para tontos». Cierto, es para ese tipo de personas, sobretodo si es la única forma concebida de resguardo monetario. Es bueno cuando forma parte de un kit financiero. Realmente lo mas inteligente es invertir a corto, mediano o largo plazo. Las inversiones, al igual que los ahorros, también deben contar con metas establecidas. Tener dinero por tenerlo no hace sentido y, de hecho, puede privar de la verdadera libertad.
El problema de solo ahorrar radica en la pérdida de valor del dinero. La inflación es un fenómeno que acompaña las economías del mundo. Hoy algo cuesta 200 pesos, mañana su precio se eleva a 400 y, por ende, hay que buscar un 100% mas para adquirirlo. Lo ahorrado no se multiplica y termina perdiendo valor.
El dinero está hecho, es ciencia y, quizás, lo único que hace la diferencia entre ricos y pobres. Es por ello que algunos aseguran no todo el mundo sabe tener billete y que riqueza atrae riqueza. Ah! los ricos invierten y los pobres solo ahorran. Desde luego, la pobreza extrema o dependencia financiera total es una cruda realidad que golpea y allí no es justo hacer recomendaciones. Existe otra forma de pobreza, la instalada en la mente y sostenida por ciertas líneas políticas sociales de nuestro país. Hay gente interesada en que los demás piensen y actuen en pobreza.
Formas de invertir hay cuchocientas y, de momento, no son tema de este escrito. Invertir revaloriza, hace crecer el capital y contrarresta la inflación. Así como se puede ahorrar desde un peso hasta millones, también se puede invertir en las mismas proporciones. Eso porque mucha gente tiene la falsa idea de que hay que ser rico o millonario para ahorrar e invertir.
Ahorrar tiene menos ciencia y complicaciones pero solo mantiene «intacto» un pedazo de papel moneda, bien sea debajo del colchón, en caja fuerte o de forma contractual en la banca. Se conserva capital a un costo muy alto y hasta «peligroso». Invertir implica sobrada inteligencia emocional, sentido de oportunidad, deseo de superación y ciertos conocimientos. Quede claro, para invertir no hay que ser un genio de las finanzas.
La actividad citada conlleva riesgos pero es la única forma de hacer riqueza o, al menos, tener algo mas mañana. Los conservadores extremos terminan arruinados y los que tienen nervios de acero en la cima porque, a fin de cuentas, el que no arriesga no gana.
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