Haciendo justo uso de cualquier ramita, ante la posiblidad de ahogamiento, las huestes del oscurantismo eterno quieren un país mudo. Que no se comente, que no se hable, que no se cuestione.
Como criticar al presidente puede tener consecuencias poco agradables, agarramos ramitas. Una de las más cercanas al agua es Milagros Germán, la Diva. La queremos muda.
La mejor forma de callarla es reduciéndola a la mediocridad, colectivizarla, amundanarla, hacerla parecer como una más de «El rocanrol de los idiotas» del Dylan español, y por via de consecuencia idiotizar ante la grey, al gobierno entero.
«Otra gonzalada de Milagros», han gritado a coro, reconociendo sin querer que aplaudían un candidato con una condición mental tipificada y documentada por la ciencia; que no es exclusiva de Gonzalo en nuestra galería política, en la que reposan personajes que no pueden sostener un hilo conversacional coherente por 5 minutos. Milagros no cabe ahí, pero se esfuerzan en meterla.
El pecado de La Diva está en decir: ¿»en éste continente de dos que somos»? Por Dios. Que vacio el argumento. Lo peor es que el grupo de creyentes es bastante numeroso. «Son muchos» decía Facundo.
En realidad ¿no somos un continente? A partir de qué definición? Al día de hoy no hay un concepto acabado y concluyente del número real de territorios al que le damos ese nombre, pero aún así, ¿qué es un continente? Una masa de tierra separada por los océanos. Entiendo. Cuáles océanos separan a Europa de Asia? Bueno pues a la definición le agregamos: «o accidentes geográficos» y usamos los urales como referencia para «dividir» eurasia, y al itsmo del Darien para «unir» a América. Ahh ahora no entiendo.
Se nos adoctrinó con el concepto de los cinco continentes, ¿en serio?, ¿y el proceso de adoctrinamiento antiguo, el que concentró el conocimiento puro, de cuántos continentes hablaba?
Konerland, y penosamente ni Pangea, forman parte de la doctrina contemporanea. La ausencia de pensamiento crítico tambien nos impide asimilar el concepto de «Última Pangea», pues en esta sociedad reducida al brillo opaco, o como dice Oppenheimer «del espectáculo», no nos podemos dar el lujo de mirar al pasado, y nos interesa menos ser parte del futuro.
Continente. ¿Es acaso continente mayor que «Paraíso»? Benedetti redujo el paraíso a su propio país, ¿pecó el poeta?. Igual que Milagros: «de dos que somos», el inmenso hizo la salvedad: «mi paraíso».
Gastando tinta y papel, al final todo se reduce a la concepción que tenemos del mundo. «Cada cabeza es un mundo», reza el refranero, pero hay cabezas que son un continente, y otras que son un país, y muchas cabezas están reducidad a meras islas, las más privilegiadas son apenas su paradisíaco espacio de nacimiento; en tal virtud, lo que vemos sobre lo dicho por La Diva, no es lo que ella haya dicho o querido decir, sino un reflejo de nuestro propio mundo.
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