Seguir y acatar normas se ha convertido en una de las tareas más difíciles para la humanidad, pues la misma naturaleza humana nos impulsa a ser autónomos y elegir libremente lo que queremos hacer, sin que nadie se interponga en nuestras metas y planes.
En la actualidad nuestro país y el mundo atraviesa por una de las situaciones más críticas de la historia, catalogada incluso por algunos líderes mundiales como una “guerra”, pero una guerra distinta, en la que no hay vencedores, solo vencidos; pues no se vence con misiles, ni bombas atómicas, sino que lo único que podemos hacer es ser prudentes, responsables y respetuosos.
Muchas han sido las medidas impuestas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para hacer frente al virus Covid -19, sin embargo, parece ser que la gente no está dispuesta a rendirse hasta tanto no experimente esta realidad en ellos mismos o en sus seres queridos.
Para esta fecha se suponía que República Dominicana, estaría por lo menos cerca de la erradicación de este terrible mal que nos afecta, no obstante, muchos individuos decidieron cambiar 15 días de placer por un nuevo rebrote que ha obligado al presidente a aplicar medidas más drásticas ante la gravedad de la situación, haciéndonos así pagar a «Justos por Pecadores».
Muchos fuimos los que nos quedamos en casa, los que estrenamos una pijama el día de navidad, o los que esperamos el año abrazados a la almohada; pero, otros no aguantaron las «ganas», se fueron a las esquinas a buscar el virus para traerlo como invitado a sus hogares, no soportaron retener esos pesos que ganan durante todo un año para ser derrochados en unos pocos días según ellos “disfrutando la vida”.
Muchas comunidades adquirieron fama en esta navidad y no por hechos heroicos sino por ser nominadas como las más desordenadas e imprudentes, incluyendo mi amado municipio de Peralta en Azua, tierra del cafeto esperanzador, de gentes hospitalarias, sencillas, buenas, humildes y serviciales, pero que unos pocos, incluyendo visitantes se encargaron de desacreditar y todo por una noche de placer que dejó como evidencia un gran cúmulo de basura en las calles, de las cuales se hicieron ecos medios importantes de comunicación.
Ojalá este nuevo encierro nos haga reflexionar y entender que el Coronavirus no es un juego, que es una enfermedad peligrosa y, sobre todo, optemos por amar más la vida tanto propia como la de nuestros familiares, amigos y relacionados para que juntos podamos ganar esta batalla y que de algo sirva el sacrificio de tener que pagar justos por pecadores.
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