Un factor que facilita el progreso en países desarrollados, como es el caso de los Estados Unidos de América, es la seguridad en materia de salud. Muchos de nosotros hemos sido beneficiarios de segunda mano, de algún pote lleno de ibuprofeno o de cetirizina, por mencionar algunos medicamentos de uso común. Es tan fácil conseguir medicinas básicas en ese país, que parientes y amigos envían cualquier excedente hacia nuestro patio, seguros de que con un rellenado serán suplidos apropiadamente. Esto, junto a la seguridad alimentaria, constituyen elementos fundamentales para permitir que una nación determinada se dedique al progreso y al desarrollo, pues no tiene que mortificarse pensando en comida o medicinas para cualquier dolorcito de cabeza.
Es por esto que hay que estimular el desarrollo y el progreso en materia de salud. Aunque ahora todo parece ser Covid-19, no podemos descuidar otros problemas. Uno de estos, común en nuestro país, es la angustia desbordante que acompaña a la necesidad de una transfusión de sangre. La familia, los amigos, los medios de comunicación y los organismos de socorro se ven precisados a ponerse en alerta, para buscar donantes de pintas de sangre, las cuales muchas veces llegan tarde, o no hay dinero para pagarlas. El resultado es luto y dolor para la familia del paciente. Ocoa no escapa a esta realidad y han sido muchos los casos de emergencias, en las cuales la falta de sangre ha jugado un papel determinante.
Hace un par de días vimos en redes sociales, el proyecto de resolución de la diputada Altagracia Encarnación Gerónimo (Yari), sometido a la Cámara de Diputados, para pedir al Poder Ejecutivo la instalación de un banco de sangre en San José de Ocoa. Esto está pendiente desde hace mucho, aunque hemos tenido instituciones y gente de buena voluntad, que manejan datos de donantes. Pero no es lo mismo que tener la disponibilidad de sangre gratuita y bien conservada, para emergencias.
Este es un buen norte para nuestras autoridades: reforzar cada día más nuestras opciones, para brindar un mejor servicio de salud a los ocoeños. Un banco de sangre será la garantía de un problema menos, a la hora de las inevitables emergencias que se presenten. En un pueblo de accidentes de motores y constantes sobresaltos, esto representaría un gran avance. A esta propuesta de Yari deben sumarse más autoridades y personas influyentes.
Ese camino lo debemos seguir transitando. Hemos avanzado mucho; atrás quedaron los tiempos en que contábamos con una ambulancia que se dañaba constantemente. Ya hasta tenemos el 911. Ahora debemos aspirar a un equipamiento, que eleve el estatus y acondicione apropiadamente nuestro centro de diagnósticos y a tener otras estructuras, que nos permitan subir de categoría en materia de centros de salud colectiva. Llegará el día en que no será necesario salir de manera abrupta hacia Baní, para resolver problemas que requieren atención inmediata y especializada.
Hay que seguir trabajando por la salud colectiva.
«Restaura a los abatidos y cubre con vendas sus heridas».
(Salmos 147:3)
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