Hay un himno cristiano, famoso entre los evangélicos de antaño, que nos invita a fundar nuestra casa sobre La Roca, en franca alusión a Jesucristo, hijo de Dios.
Este himno, sencillo y sin rebuscamiento, contiene en gran medida la esencia de vida de un buen cristiano, tratando de ser imitador de Jesús, a sabiendas de que su casa y su gente se mantendrán protegidas por Dios, siempre que estén cimentadas en sus mandamientos.
Así pasa en la vida, en cualquier aspecto secular. Una base sólida es garantía de resiliencia. No importa que soplen vientos de tempestad, la solidez se sobrepone a los vaticinios. Por eso es que hay gente a la que siempre se le abren las puertas.
Esta reflexión la hago a propósito de algunas personas de mi pueblo, que accionan a nivel local y a nivel nacional, a las cuales cada cierto tiempo parece sonreírle la suerte, con posiciones públicas o privadas de suma importancia. Al tiempo de recibir estas exaltaciones, reciben también críticas por parte de gente que se siente minimizada. ¿Otra vez él? ¡De nuevo ella!
Observando la composición de las nuevas estructuras ligadas a la administración pública, me doy cuenta que hay personas que se han mantenido gravitando por mucho tiempo y en vez de estar “quemadas”, su presencia brinda la tranquilidad de que estamos ante quienes imprimen calidad a todo lo que hacen.
¿Por qué siguen vigentes? Preparación, esa es la respuesta. Aunque se pueden lograr posiciones importantes mediante subterfugios y congraciandose con la persona correcta, a largo plazo esto no funciona, porque salen a relucir los baches que adornan a quienes recurren a estas tácticas. Pasa el tiempo, les exigen eficiencia y ¡fin del noviazgo!
Pero quienes poseen una sólida formación y un efectivo ejercicio anterior, brindan experiencia y eficiencia. Es más, esto a veces les privilegia con el “derecho a la insolencia”, término acuñado por mi querido hermano Pepelo. Logran que en su trabajo se les respete y se les toleren ciertas actitudes, un poco más que a los demás.
Es tentador acá, comenzar a mencionar nombres. La pequeña lista incluiría gente a la que aprecio y respeto. Para mantener la objetividad de esta inspiración, lo dejo aquí. Hoy me limito a felicitar a quienes han cimentado su reputación sobre la roca de una buena preparación. Al mismo tiempo, invito a los más jóvenes a imitarles y prepararse para ejercicios eficientes y útiles. Si así lo hacen, siempre habrá una luz al final de cualquier túnel que se presente en sus vidas.
Usted seguro conoce personas, que encajan perfectamente en este perfil. Esto puede ser un retrato hablado. Finalizo recordando aquella canción (de la que no tengo derechos de autor, por si acaso): “Funda tu casa, sobre La Roca, que Jesucristo, te ayudará”.
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