Del funcionamiento del sistema penitenciario depende, en gran medida, la seguridad ciudadana. Los privados de libertad pueden enfrentar distintos traumas dentro de los recintos que los lleven a conductas violentas cuando obtengan la libertad. República Dominicana debe estudiar la efectividad del sistema penitenciario y proteger la psiquis de los internos, a medida que la población del sistema penitenciario crece cada año.
Palabras claves: internos, trastornos, recintos, sistema penitenciario dominicano.
La Ley 224 sobre Régimen Penitenciario establece en su artículo segundo que “La ejecución de las penas privativas de libertad tiene por objeto, fundamentalmente, la protección social y la readaptación del condenado, a fin de restituir a la sociedad con voluntad y capacidad para respetar la ley”; nuestro Estado se fundamenta en el respeto de la dignidad humana de todos los ciudadanos, por consiguiente, la protección de derechos fundamentales es clave para la vigencia de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho (Subrayado propio).
El Régimen Penitenciario de República Dominicana evade, en gran medida, nuestra Carta Magna, el contenido de la Ley 224 y los principios de las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Reclusos. Allí ocurre un dilema, quienes son privados como victimarios se convierten, a la vez, en víctimas de un sistema social que los maltrata y discrimina dentro y fuera de los recintos penitenciarios, limitando la reinserción de estos e influyendo al aumento de la reincidencia delictiva o criminal.
La seguridad ciudadana depende del funcionamiento de las cárceles, por lo tanto, el deber ser de los recintos penitenciarios se circunscribe estrictamente en “garantizar la reinserción social de los individuos”, sin importar condiciones y sin ser sometidos a tratos crueles, inhumanos y degradantes y con tratamiento post-penitenciario que permita una adecuación “normal” con la sociedad y disminuya las probabilidades de que el ex privado de libertad, vuelva a cometer un crimen o delito.
En la actualidad 26,732 personas están privadas de su libertad en los recintos penitenciarios del viejo y nuevo modelo penitenciario, la tendencia es hacia el alza, por lo que, se prevé que aumente la cantidad de privados de libertad en los próximos años.
¿A qué se enfrentan los privados de libertad?
En algunos Centros de Corrección y Rehabilitación (recintos del nuevo modelo penitenciario), como el CCR 14 DE Higüey donde la Comisión Nacional de Derechos Humanos detectó en 2018 deficiencias de varios tipos como impedir acceso a la justicia a los internos, otra situación se dio en el CCR 15 de La Romana donde en noviembre de 2018 los internos hicieron huelga de hambre como forma de protesta por la escasa cantidad de comida, la mala calidad de la misma, irregularidades en la entrega de dinero que les depositan los familiares y de los objetos de uso personal (Guerrero, 2020).
Otra situación de vulneración de derechos humanos se evidenció en un reportaje de la periodista Alicia Ortega donde un interno del CCR 11 San Pedro de Macorís informó que duran “1 día y dos sin tomar agua porque no hay” y otro informó que duran 4 días para darle agua y denuncian un “brote muy fuerte de tuberculosis”. Esta y otras situaciones se dan en el nuevo modelo del sistema penitenciario dominicano [1].
El viejo modelo penitenciario mantiene celdas hacinadas y sobrepobladas. Existe una alta cantidad de armas de fuego y armas blancas dentro de ellas y las condiciones no se acercan a lo idóneo. Las torturas, golpes con bates en la cabeza y otras partes del cuerpo, el hacinamiento, la sobrepoblación de las cárceles, los castigos desproporcionados y sin respetar las reglas internacionales provocan trastornos psicológicos que agravan la situación mental de los privados de libertad.
Los internos pueden presentar trastornos adaptativos, estrés postraumático, desorden de estrés postraumático complejo, trastorno adaptativo con trastorno de comportamiento, entre otros. Según Judith Herman, “Un único acontecimiento traumático puede ocurrir en casi cualquier lugar, sin embargo, el trauma prolongado y repetido solo pasa en circunstancias de cautividad”, dando lugar a un desorden de estrés postraumático complejo [2].
Psicológicamente, las cárceles son consideradas como entornos disruptivos, lugares cargados de constantes amenazas, este estado invariable de incertidumbre provoca ansiedad permanente que podría generalizarse a todo tipo de situaciones. El tratamiento y la estabilidad de la psiquis es fundamental para lograr que los internos se reinserten debidamente [3].
Asimismo, cuando los internos enfrentan la libertad, existen probabilidades de que enfrenten síntomas disociativos como la despersonalización, debido a que al verse libres ante una sociedad que sigue manteniendo una presión discriminatoria constante, los ex privados de libertad egresan con desinterés de participar en actividades, poseen sensación de desapego, reducen su vida afectiva y presentan sensación de un futuro desolador y desesperanza [4].
Evidentemente, la presencia de estos trastornos no es exacta ante todos los privados de libertad, cada caso y cada recinto es distinto, por esto se presenta la necesidad de que exista atención psicológica personalizada y común en los centros penitenciarios, además, atención post-penitenciaria para evitar esos traumas.
Este análisis psicológico general, se enfrenta con el sistema penitenciario dominicano y allí se genera un problema grave que implica deterioro, en gran medida, de la salud mental de los internos. Los privados de libertad, en su condición de posibles victimarios, pueden llegar a los recintos con traumas prexistentes que condicionan su conducta.
República Dominicana debe analizar si la trayectoria del sistema penitenciario es sostenible tanto para quienes son internos, como para la sociedad en general. Los centros penitenciarios no deben ser vistos como lugares de hacinamiento, discriminación, maltrato y abuso, si la tendencia continúa, es probable que su fin consagrado en la Ley sobre el Régimen Penitenciario no sea logrado.
¿A qué nos conduce esto?
Mantener un sistema penitenciario que agrave la situación de los internos, provocando desorden psicológico y psiquiátrico, rompiendo el capital y la cohesión social puede provocar en los internos una reacción negativa, formadora de conductas violentas. La situación descrita en este artículo debe servir para que las autoridades actuales se replanteen la efectividad de nuestro sistema penitenciario y se avoquen en una reforma real.
Una verdadera reforma del sistema penitenciario implica la existencia de áreas de intervención criminológicas, atención permanente con psicólogos, trabajadores sociales y psiquiatras, el no abandono de los internos por parte de sus familiares y educación permanente para los internos. Evidentemente, esto implica un enorme gasto, sin embargo, esto es el resultado de la anomia social dominicana.
Notas del autor:
[1] Noticias SIN. 2018. La brutalidad de los agentes penitenciarios queda al descubierto. Disponible en: (8) La brutalidad de agentes penitenciarios queda al descubierto – YouTube
[2] Dechiara, P. Furlani, L. Gutiérrez N & Kratje, P. Efectos del cautiverio de las cárceles sobre las personas privadas de libertad. Disponible en: *17.DECHIARA (plagios.org)
[3] Ibid
[4] Ibid
Bibliografía:
Dechiara, P. Furlani, L. Gutiérrez N & Kratje, P. Efectos del cautiverio de las cárceles sobre las personas privadas de libertad. Disponible en: *17.DECHIARA (plagios.org)
DSM-IV-TR, Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
Guerrero, J. 2020. Análisis de la Criminalidad en República Dominicana 2008-2019. Disponible en: Análisis de la criminalidad en República Dominicana 2008-2019 (catedrauasdunesco.com)
Noticias SIN. 2018. La brutalidad de los agentes penitenciarios queda al descubierto. Disponible en: (8) La brutalidad de agentes penitenciarios queda al descubierto – YouTube
Comentarios...