Andrés Blanco Díaz es un ocoeño, con raíces sembradas en Las Lagunetas. Es descendiente del Coronel del Ejército del Pueblo, don Silvio Martínez. Es profesor de la UASD e investigador independiente del Archivo General de la Nación. También es corrector de estilo de la Editorial Santillana y se ha ganado una reputación impecable entre literatos e investigadores. Fue encargado de ediciones de la Fundación Corripio, Inc.
Nació en 1954, por lo tanto ya no es un muchachito. Pero, precisamente desde muchachito, le tocó aprender mucho de la vida campestre del Ocoa de entonces.
En su etapa de desarrollo profesional, llegó a ser editor asociado del destacado suplemento cultural Isla Abierta, del periódico Hoy. Su paso por la vida le ha puesto en contacto con mentes privilegiadas de nuestro país y a medida que pasa el tiempo, se apasiona más con sus ocupaciones ligadas a la investigación histórica y a la cultura.
Es un ferviente y decidido defensor de la justicia social, de la solidaridad, de que nadie muera de hambre o por la falta de una vacuna salvadora, de la atención en salud en condiciones igualitarias para todos y de una vivienda digna para cada familia.
Pero aunque bien podría ser considerado como parte de una élite cultural, donde Andrés se hace grande es en su compromiso con sus raíces.
A través de una institución familiar, la Unión Amigos de Ana Luisa Díaz (nombre de su madre), ha brindado soporte y estímulo a estudiantes y familias de Las Lagunetas. Aunque no sabe “hacer bulto” con funditas y donaciones politiqueras, él, junto a sus hermanos, es responsable de una consistente campaña de reforzamiento del espíritu progresista de su terruño. Comida, útiles escolares, medicinas, soporte para la agricultura y todo aquello que pueden gestionar, lo comparten con sus hermanos laguneteros.
Conocía bien a don Hipólito, a quien en Ocoa bautizaron “El Paisano”, pero él le llamaba “Polito”. Conversaban de tú a tú, como hermanos, hijos de una misma tierra. Nada que ver con el personaje que muchos, buscando popularidad, quisieron utilizar como pintoresco. Ese mismo Hipólito dignamente desairó a un equipo político que le fue a ofrecer una casa. Cuando le preguntaron, siendo grabado en video, cuál era su parecer sobre la construcción de su casa, Polito solo les contestó: “bueno…que la hagan si quieren… imagínate…”. Como no hubo coro, nunca le hicieron la casa.
Pero siguiendo con Andrés, ha sido un importante soporte de las bibliotecas de Ocoa, donando cientos de libros, en una magnitud que llamó la atención del Listín Diario en más de una ocasión.
He traído a colación a Andrés para ponerlo de ejemplo. Creo que cada ocoeño, desde cualquier lugar privilegiado, tiene la oportunidad y el deber de hacer lo que él ha hecho. Servirle a su pueblo sin esperar nada a cambio.
Culmino invitando a mis amigos, que hoy reciben su merecida y peleada ración de poder, a invertir todo el esfuerzo posible para agradecer con hechos a su terruño, el privilegio de ser ocoeños.
Qué Dios les bendiga y les acompañe en sus funciones.
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