En unas lejanas lomas en San José de Ocoa donde la energía eléctrica brillaba por su ausencia y las necesidades de esa época afloraban un humilde hogar, nació el 13 de mayo de 1970 Alexis Paris. Desde entonces su vida ha quedado llena de recuerdos que viven latentes en su memoria junto con una vorágine de sentimientos.
Pero ¿quién es Alexis Paris y por qué resulta inspiradora su historia? Es un publicista hecho a sí mismo y, más que eso, un creativo que tiene una empresa publicitaria de éxito con una historia que merece ser contada, pues de ser un niño criado en condiciones de extrema pobreza salió adelante venciendo obstáculos que a simple vista parecían insalvables.
Su niñez quedó marcada a los dos años, cuando apenas comenzaba a vivir, porque su padre, Jesús María lo aleja de los brazos amorosos de su madre Ana María Santana, llevándoselo a escondidas al barrio Catanga, de Los Mina. Ajeno a la realidad que le rodeaba y su inocencia, su progenitor le había dicho que se iba a morir, por eso decidió llevárselo.
Tras transcurrir un año, una vecina llamada Lorenza Rojas le aconseja que lo lleve a vivir al Hogar Doña Chucha, donde era lavandera a cambio de tener a sus hijos ahí. Su padre accedió a llevarlo al orfanato y esto marcó un antes y un después en su existencia.
Alexis nos cuenta que estuvo en el Hogar de Doña Chucha hasta los 16 años edad, pero no fue una mala experiencia como muchos podrían pensar, porque además de alimentos y educación encontró amor y una gran familia.
“De mi niñez todo lo que puedo recordar es lindo, ¡muy lindo! Dice que al llegar tan pequeño al centro de acogida no tuvo una vida triste, porque llegó a un “ambiente natural de un niño que encuentra compañeros, juegos, educación, comida, en fin, no hubo espacio para la tristeza de otros que sí albergaron esos sentimientos, porque llegaron más grandes y desde ya habían creado sentimientos de afectos familiares, con sus familias maternas y paternas”.
Recalca que los recuerdos son memorables, así como la atención de las tutoras que los atendían en cada sección o habitaciones divididas por grupos que eran llamados por el nombre de ellas, por ejemplo: los muchachos de Ana Paris, los de doña Rafaela, y doña Chucha se hacía llamar como la Tía Nieves de todos.
A pesar de estar alejado de su familia, expresa que tuvo una vida fantástica porque “lo lúgubre no tenía espacio en el hogar, éramos tantos niños que solo el ruido de todos hacia sonido verdadero de hermanos”.
Aun cuando faltaba el alimento, doña chucha se las ingeniaba para que los niños no pasaran hambre, tanto así que cuando faltaba para comer, la Tía Nieves los buscaba al colegio Don Bosco y con el del chofer del centro se iban a ‘conchar’ por toda la vía de la avenida Bolívar y Rómulo Betancourt para hacer algo de dinero.
Paris describe a doña Chucha como un ángel y una mujer maravillosa, que aunque no sabía leer ni escribir, tenía un buen léxico y forma de encarar la vida distinta a los demás.
Hace una pausa y expresa a seguidas que de ella recuerda permanentemente una frase que le erizaba la piel: “levantad al niño caído para hacerlo un hombre capaz de amar”. Así era María Victoriana de la Cruz, doña Chucha.
Con voz firme expresa que en este orfanato no encontró amigos, sino hermanos. Uno de ellos es “mi hermano de la vida, Eduardo Polanco, que además de convertirse en mi mano derecha en los negocios junto a mi esposa Yanany Tejeda, es hijo de la extinta vecina de mi padre, Lorenza Rojas.
Vivencia agridulce: Lamentablemente por razones económicas en 1987 cerraron el pabellón de los varones en el Hogar Doña Chucha en San Cristóbal, situación que obligó a los adolescentes a buscar refugio en casa de amigos o familiares cercanos.
Con tan solo 16 años se fue a vivir a casa de su amigo Eddy de los Santos, a quien conoció porque su familia tenía una finca al lado del albergue. Por eso expresa su admiración y agradecimiento a ellos.
Con una mezcla de alegría y tristeza nos cuenta que fue muy duro para todos el tener que buscar otro lugar para vivir.
Pero hay cosas que no puede dejar pasar por alto, como aquellos anónimos que aportaron al hospicio en varias ocasiones llevando comida de actividades sociales. “Buenos tiempos fueron aquellos de ir al teatro, excelente formación humana y becas en los mejores colegios. Yo asistí al colegio Don Bosco y al Instituto Politécnico Loyola.
A ellos también les debo mi profundo agradecimiento por ser forjadores junto a Tía Nieves y sus misioneras de darnos lo que hoy somos”.
“Recuerdo que con 16 años empecé a aprender y a relacionarme con lo que me llevó a ser hoy un hombre de éxito; trabajé en una imprenta en la que para llegar tenía que recorrer 4 kilómetros diariamente en una bicicleta desde la casa de mi amigo”.
Sin dudas que el año 1987 fue un año de crecimiento personal, “porque ya había empezado a producir dinero y muy difícil también porque no pude seguir estudiando”.
Empresario de éxito: Cuando cumplió 18 años se trasladó a Santo Domingo, donde consiguió su primer empleo formal en Formularios Comerciales y Editorial Padilla, en la que estuvo año y medio.
Después de haber adquirido experiencia obtuvo cuatro empleos más, y luego, con 22 años, decidió arriesgarse, porque las ganas de progresar superaban sus expectativa y, desde ese entonces “me hice lo que hoy llaman un emprendedor. Nada te hace empresario como creer en ti y dar satisfacción a otros por lo bien hecho”.
En 2008 fundó su primera empresa: Yage Estudio Creativo y luego una segunda marca Emojis Sign srl.
Con orgullo manifiesta que se convirtió en empresario porque aprendió que “el miedo a crecer solo se conoce por el temor a perder y no por la satisfacción que sentirás a crecer y a ganar”.
Exhorta a quienes desean emprender y progresar a que tengan el coraje y la determinación.
“Si piensas en lo que vas a perder o en los riesgos o lo duro que resulta empezar un proyecto, ya habrás fracasado”.
Paris aconseja a los emprendedores de hoy a que piensen que el mayor beneficio que recibirán al iniciar su proyecto es “el impulso, que es quizás el más caro de los capitales que vas a invertir. Cuando te detienes a pensar en perder, ya has ahogado otro valioso recurso: el tiempo, que es lo más caro que existe”.
Alexis Paris se describe como un hombre que sueña despierto, buen padre, leal y buen marido, tiene dos hijos, Alexa y Alexis, (de un matrimonio anterior), y una mujer “con una gran formación y que aporta bastante a la causa empresarial con sus asesorías administrativas”. Ella es Yanany Tejeda, con quien le gustaría tener dos hijos más.
Expresa que en lo personal y profesional la familia es todo.
“Sin fomento familiar no hay estructura organizacional o empresa que se sostenga, porque la familia es la primera empresa, y eso siempre me lo comenta mi esposa”.
Trayectoria
Dice que tiene el honor de trabajar por más de once años con Joaquín Hilario y Katiuska Báez de Hilario, de dirigir sus empresas como director de Comunicaciones.
También desde ese tiempo es el creativo de sus marcas y además se encarga de la difusión publicitaria de Gresefu planes funerarios y Funerarias Gresefu.
Trabaja también para Suenna Electrónica en materia estratégica de marca y dirección. Así como múltiples pyme que siempre requieren de su orientación.
Fuente: Hoy.com
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