Tomé el título de este artículo prestado de una gráfica que compartió el amigo Héctor Castillo, destacado ocoeño, residente en los Estados Unidos. En la gráfica pude notar que mientras un grupo de ovejas veía la televisión, una sola, una oveja negra, se dedicaba a leer. Llamó mi atención que esa gráfica no parecía ser reciente, pues el rebaño veía una televisión de las que tienen un “gran trasero”, las cuales, hoy en día son consideradas casi prehistóricas (exagerando un poco).
Y es que desde hace mucho y hasta ahora, la mejor forma de rebeldía ante la dominación de cualquier sistema, es la búsqueda constante del conocimiento. Y sabemos que en los libros es vertido el conocimiento, sin tacañería y de manera permanente.
Entre el tumulto que genera la trágica presencia del virus oriental y el tema político (o cualquiera que sea el tema del momento en determinada sociedad) , muchas veces es olvidada la importancia de nutrir el cerebro, o como dice la profesora Mica, “alimentar el intelecto”.
No se trata de obtener conocimientos para impresionar. Es más, me atrevo a afirmar que esos tiempos ya pasaron y que tratar de impresionar con teorías ya no es efectivo. Ahora que los modelos de progreso son personas irreverentes ante los dogmas establecidos, el exceso de intelectualidad no tiene el efecto impresionante que tenía antes. Más bien, la gente tiende a manifestar rechazo de alguna forma, aparte de que la cotidiana convivencia con el “profesor Google” hace más difícil que nos metan gato por liebre, amparándose en fama, palabrería y estilo.
Ahora seguimos a Jack Ma, Gary Vaynerchuk, Robert Kiyosaki, Tony Robbins y muchos por el estilo. Entre estos modelos predomina la tendencia a la constante autoeducación, utilizando la lectura como arma principal.
La verdadera utilidad del conocimiento en estos tiempos, va más de la mano con la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner. No es más inteligente el que se expresa más bonito, ni el que se sabe más formulas matemáticas. Lo es quien utiliza sus aptitudes para resolver de manera efectiva sus problemas y para crear realidades agradables y de progreso.
Los libros, en sus versiones impresas o digitales, siguen siendo la fuente por excelencia para obtener conocimientos. Se trata de sentarse “sobre los hombros de gigantes” (citando a Bernardo de Chartres y a Newton). El conocimiento que a otros les ha costado mucho tiempo y esfuerzo obtener y plasmar, nos llega en bandeja de plata.
Ahora que se inicia un nuevo período de recogimiento, extiendo una invitación a leer. Escoja sus temas preferidos. Ya sea hoja por hoja o en la comodidad de su pantalla, ese conocimiento destilado está disponible para todos. Hay una tercera opción, el llamado audiolibro, útil para quienes tienen dificultad visual.
Es natural que se encuentre también con libros que lucen inútiles, desagradables y afectados por intereses particulares, pero hasta eso sirve para desarrollar la capacidad de establecer diferencias entre lo bueno y lo malo.
Entonces, no espere más. Aproveche la cuarentena. ¡A leer!
Comentarios...