Llevamos casi medio año nadando en el caos y la confusión. El insólito virus que nos mandaron de China se ha encargado de frustrar planes y proyectos, de patear el trasero al optimismo y colocar al mundo patas arriba. Todas las noticias relevantes son malas, o por lo menos así parecen. En medio de la confusión, ahora con polvo del Sahara, para darle un toque lúgubre al ambiente… ¿Donde encontramos fuerzas y certeza para seguir cabalgando e inspirar a los nuestros?
Es difícil hablar de optimismo a quienes han perdido seres queridos en esta crisis de salud. Quien pretenda dar lecciones de resiliencia en momentos como este, encontrará altos muros, construidos sobre lágrimas solidificadas y sentimientos heridos.
Hasta los grandes gurús del optimismo y el “Self-Improvement” han bajado la guardia en estos días, sabiendo que un exceso de entusiasmo positivo no va de la mano con el nivel de tragedia que han sufrido muchos. La teoría de que “en la crisis está el progreso” ha resultado muy inhumana ante las lágrimas desbordantes de un mundo que mira, impotente, como un virus se hace amo y señor del día a día.
Pero hay que seguir.
La vida es efímera y no está nunca garantizada. Hay quienes viven hasta que deciden descansar, al mejor estilo del coronel Silvio Martínez. Tienen el privilegio de ser inquilinos de considerable tiempo en esta tierra. Pero nadie nace con garantías y eso no puede paralizarnos. Pensar que algún día nos alcanzará La Parca, con su guadaña, no puede dictar nuestro ritmo de trabajo y de vida. Mientras tengamos vida, debemos realmente vivir.
Utilizo este, mi espacio semanal en Ocoa en Red, para incentivar a quienes dudan. Siempre hay maneras de aprovechar el tiempo y seguir adelante.
Desde esos nuevos cursos universitarios en línea, que no podías hacer por falta de tiempo (ha sido mi caso), hasta esos gratificantes y vigorizantes tours en bicicleta que Julio Lluberes ha convertido en costumbre. Solo hay que buscar en el menú de la vida que todavía tenemos disponible.
Y cuando tu alma desmaye, refúgiate en la Palabra de Dios. Allí encontrará verdadero sustento.
En paz me acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú, Señor, me haces vivir confiado (Salmos 4:8).
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