Con ese título publicó el uruguayo Mario Benedetti uno de sus libros de poemas más existencialista, sin perder, eso nunca, el toque íntimo que caracteriza su obra poética. El libro, que releí hace unos días, volvió a mi memoria al escuchar a mi esposa decir que estos meses hemos estado viviendo entre paréntesis.
La gramática española define los paréntesis como signos de puntuación que encierran (por eso siempre son pares, uno que abre y otro cierra) información, ya sea para agregar fechas, para hacer aclaraciones correspondientes a abreviaturas y siglas; para encerrar traducciones y datos aclaratorios como lugares, entre otros. También tiene sus usos en las ciencias matemáticas y de la física.
Volviendo a Benedetti, uno de sus versos dice : “de la nada a la nada va la vida”, expresando con ello su idea de que la vida es un paréntesis entre el nacimiento y la muerte, a las que califica de “nada” . Personalmente no albergo ningún prejuicio en venir de la nada, pero albergo la esperanza de ir a algún lugar luego de mi muerte. La idea central del libro es que todo tiene un principio y un final, de ahí la figura del paréntesis, uno abre y otro cierra.
Los meses que llevamos viviendo o sobreviviendo a la pandemia del COVID19 forman un paréntesis en nuestras vidas. El 2020 podría calificarse como el año que vivimos en peligro, como la película de Peter Weir del año 1982. Desde que se abrió el paréntesis con el inicio de la enfermedad hasta que concluya y se cierre, puede haber un tiempo más o menos largo; lo que hagamos dentro del paréntesis es cosa nuestra. Podemos acobardarnos e inmovilizarnos en una especie de espera angustiosa, o podemos movernos, ser creativos, productivos, innovar, crear. Como dijo el poeta “Todos sabemos que nada ni nadie habrá de/ ahorrarnos el final/ sin embargo hay que vivir como si fuéramos/inmortales”. De nosotros y sólo de nosotros depende, si al cierre del paréntesis colocamos un punto y seguido, un punto final o unos inciertos puntos suspensivos…
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