La democracia y la política son dos elementos sociales que van de la mano y claramente, no puede funcionar una sin la otra, de hecho, una de las insignias más conocidas de la democracia es que permite el derecho al voto y detrás de ese derecho, se consagra la política como herramienta social, económica, jurídica y cultural que trabaja para el beneficio de los pueblos, al menos, es lo que se supone debe ser. Nosotros, la República Dominicana, siempre somos la excepción y cambiamos los roles del juego a nuestra merced.
Lo que sucedió en el mes de enero, en el contexto político y social de nuestro país, basta y sobra para describir cómo funciona la “nueva política” en las calles de los pueblos desiguales y con pocas oportunidades, esa que supone el respeto al derecho ajeno, a la libertad de culto, a las masas ansiosas de políticas públicas que le permitan salir del letargo social y económico en el que viven, esa que descrita por los candidatos se ve perfecta pero detrás de la cortina, se desata todo el desastre que incluye clientelismo, teléfonos intervenidos, asistencialismo, la búsqueda de lo más mínimo para llamar la atención y el guionista que escribe el mejor guion de teatro para los que no son carismáticos.
Es aquí, justamente, donde se puede definir que realmente no hay una nueva política, tal vez, la política del siglo XX tuvo cierto tipo de mutación y las maquinaciones que en ese entonces se realizaban, se transformaron para ser al día de hoy las que engañen a todos los que “con la pampara prendía” siguen fervientemente a algún candidato que tal vez, ni propuestas tenga o peor aún, es para la vox populi un corrupto y está en la palestra demandado por un caso de corrupción trasnacional. Y si, con la pámpara prendía, asimismo se encuentra la política dominicana, sin una denominación precisa como la pámpara o la máxima.
Queridos lectores, gracias a los innumerables esfuerzos de quienes hoy aspiran a algún cargo público, que va desde comer yaniqueques en algún lugar no visitado nunca antes, hasta ponerse de eslogan “fulanita con la pámpara prendía 2020” nos damos cuenta que los intentos desesperados por atraer a los votantes indican que ciertamente no tienen estrategia, son una expresión más del descontrol social dominicano en vista de que no es cierto que un político que gaste millones en una campaña, cuyo eslogan sea “Fulana con la pampara prendia por Jurumucu 2020”, no presente propuestas y en su defecto, sean simples palabras como “para seguir lo que está bien” haría algo en beneficio de los mas necesitados.
Es por lo que debemos pensar dos veces a quien le daremos nuestro derecho al voto, ese que ha costado tanto dinero derrochado en precampaña, campaña y elecciones para comprar lo último que un ser humano debe vender, nada más y nada menos que su voto y su dignidad. Es aquí donde la democracia juega un rol esencial pues nos permite votar por quien en realidad muestre interés, propuestas y el deseo de desarrollar un mejor país de todos y para todos. La democracia te permite votar, piénsalo desde ahora, por favor ¡no botes tu voto! Vota por quien te garantice un país mas justo, sin corrupción, con más inversión en salud y educación, por el que no te ofrezca un “aguántate ahí hasta que estemos en Palacio” de mil pesos al mes y sobre todo, no votes por el pica pollo, si desestimas todo lo que en estas líneas te he dicho, continuaremos con el país que tenemos, con un medio ambiente cuasi convertido en “Nada” de ambiente y, con la clásica pregunta que nos marcó a todos cual frase celebre fuese, que dice “Pero ¿cuál corrupción?”
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