Belkiss Adrover de Cibrán (1918-1995) creó el arcano de su vida sin soberbia. Sabía que a la cumbre de la Acrópolis no se llega de pronto, con impaciencias, pero sí con pasos firmes y convicciones perdurables.
Era una artista, diría que temperamental, pero, a la vez, proyectaba natural placidez interior. Mujer de ojos expresivos y, de fruncido ceño. Anduvo sin ninguna túnica áurea, porque nunca se imagino ni diosa ni musa, sólo se sabía una esteta cubierta con los colores de un trópico verde y radiante, que se desplegaba a millas de distancia hacia el otro mar, que está en el continente viejo.
Belkiss escogió un oficio (la escultura), una profesión (el dibujo y el magisterio), y una tarea que realizar, no compleja -quizás- para estos tiempos, pero sí osada para entonces: esculpirse a sí misma en una roca solida, para cincelar los instantes y los momentos de su identidad que de manera rutilante estaba yendo y viniendo en sus sueños. Esa «identidad» a construir eran sus reminiscencias con el pasado Ibérico de su padre. Ella confiaba en su alma, en que de alguna manera la encontraría, y que aprovecharía no ser cualquier Ícaro femenino, sino una navegante que se hace viajera con las alas de la victoria de la escultura de Samotracia. Por eso fue firme en dirigir las naves en que cruzaría el «charco» hasta llegar al espacio donde fue detrás de los vestigios de su Credo y de su Fe como una especie de tributo a los inmigrantes y migrantes que han llegado desde tierras lejanas a este archipiélago del Caribe, al igual que su padre y su marido José Adrover, y de los padres de su madre de origen canario.
Belkiss nació en Baní, en la casa materna de los Objío, en la calle Nuestra Señora de la Regla, esquina Santomé (hoy calle Sánchez), próxima al Cerro «Cucurucho» de Peravia, cuya cima fue asiento del caserío nitaíno del cacique Guarien, y donde la leyenda dice vivió la india Vanahí, «la hija del yeyeral», descrita en Fantasías Indígenas por José Joaquín Pérez.
La madre de Belkiss fue la banileja, nacida en San José de Ocoa, María Edelmira Feliz (1872-1951) hija de Regla Feliz y Edelmira Objío (hija de Joaquín Bernal y Candelaria (Cándida) Garrido Lluberes, natural ambos de San José de Ocoa). Se dedicó a la alta costura, y a preservar el legado imperecedero de su esposo Frank, que murió en su casa del sector Santa Bárbara, de la ciudad de Santo Domingo, a causa de una pulmonía.
Su padre fue el inmigrante Frank Adrover Mercadall (1861-1924), el primer fotógrafo español que estuvo en Santo Domingo en el siglo XIX, pintor y modelador, natural del municipio de Villa Carlos, Menorca, Isla Balear; llegó en agosto de 1887, trayendo consigo el adelanto de las placas secas, la técnica del clisé, de las fotos iluminadas y coloreadas con acuarela y, tuvo estudio artístico en Mahón en la calle Deyá 4, casi esquina General Mola.
Los padrinos de Belkiss fueron el insigne civilista, hombre público, prócer de la Patria, y jurista doctor Don Américo Lugo Herrera (1870-1952) y Doña Dolores Romero y Correa de Lugo (1874-1972).
La trayectoria de Belkiss Adrover de Cibrán como artista visual se inició en la década del 30, cuando concluye sus Estudios Primarios Superiores, y sus estudios de Teoría y Solfeo en el Liceo Musical (1928- 1930) y, posteriormente, obtiene diploma de Maestra Normal en la Escuela Normal donde fue discípula de dibujo de Virginia Dubreil (alumna de Abelardo Rodríguez Urdaneta), especializándose años después con el educador chileno Oscar Bustos en el Método ideo-Visual de la Enseñanza de la Lectura y Escritura (Método Global). A los diez y ocho años fue docente de dibujo en las escuelas República de Chile y República de Argentina. Ya para 1933 Belkiss realiza su Cuaderno de poemas, ilustrados por ella, el cual permanece aún inédito.
En julio de 1946 Belkiss Adrover de Cibrán se gradúa de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Fue de las alumnas fundadoras de la Escuela Nacional de Bellas Artes, egresando como Profesora de Dibujo en 1946, recibiendo enseñanza de Manolo Pascual, Celeste Woss y Gil, José Gausachs, George Hausdorf, Dr. M. Cabral N., José Vela Zanetti, Ernesto Lothar, Dr. Oscar Robles Toledano y el Ing. José A. Frómeta. Fue condiscípula de Marianela Jiménez, Elsa Gruning, Alma Delgado Conde, Ana Francia Bonnet y Gladys Fiallo, el segundo grupo de egresados, que lo integraban estas seis mujeres.
Anteriormente en 1943, 1944 y 1945 Belkiss había concurrido a la «Primera Exposición de Trabajos de los Alumnos del Curso 1942-1943», a la «Segunda Exposición de Trabajos de los Alumnos del Curso 1943-1944» y, a la «Tercera Exposición de Trabajos de los Alumnos del Curso 1944-1945» de la Escuela Nacional de Bellas Artes, siendo el Director de la Escuela, Manuel (Manolo) Pascual.
Es en 1948 que, Belkiss escoge lo que hemos denominado su «auto exilio voluntario», y que explica la razón de esta decisión en 1987 cuando publica su libro Renacer. En el Pórtico del mismo la autora confiesa, el porqué de su partida y demora en publicar sus poemas: «Cansada de esperar amaneceres duartianos que me brindasen auroras libertarias donde mi palabra sana, libre de escorias partidistas se dejase oír en todos los rincones de mi Patria, abrazada a la confraternidad y a la comprensión en íntimo trabajo constructivo que alumbrara el fruto de la prosperidad material y moral de nuestra Patria.» [1]
Al ocurrir el fallecimiento de su padrino Don Américo Lugo, en 1952, la censura en la prensa, no permitió que se publicara un artículo que escribió sobre Don Américo, del cual extraemos los siguientes párrafos: «Fue el Día de Santo Domingo; hermoso día para partir, hacia ese viaje sin retorno. ¡Ese sí que no lo envidia nadie! (…) Tu espíritu excelso se eleva, se eleva con la grandeza espiritual de un santo, con la hidalguía del héroe cívico, con la arrogancia del Apolo invencible.
Con tu partida se ha cerrado un capítulo en la historia de este pueblo que tanto amaste. La República ha perdido a uno de sus más ilustres varones, a su más grande prosista y héroe cívico, América, al estandarte de esa fe que prendió Martí, y que tú como amigo y admirador que fuiste de él, compartiste su ideal. Martiniano de corazón, América también te llora. Te lloramos todos, todos los que podemos compenetrarnos con ese grande amor que te alentó en la vida.»
Para comprender la decisión del «auto exilio voluntario» de Belkiss Adrover de Cibrán debemos recordar y presentar las palabras del insigne humanista, patriota y hombre universal de las letras Profesor Juan Bosch, que le escribe a Belkiss una carta fechada el 14 de febrero de 1964 desde San Juan, Puerto Rico, a La Coruña, en la cual le expresa:
«Supongo, Belkiss, que le dijiste a José que pregunté por él cuando estuviste en casa; supongo que le contaste lo muy distinta que estaba la República. Pero ahora ya no está distinta. Hay muchos muertos, presos, desterrados, escondidos; tal parece que nuestro destino es empezar siempre y no acabar nunca.»
Ese intercambio de correspondencia continuaría en noviembre de 1964 y, el 2 de mayo de 1966, desde La Coruña, Belkiss le escribe a don Juan Bosch, a la dirección de la Calle Polvorín No. 7, en Santo Domingo: «Querido amigo: Ya que nos ha sido imposible, hasta ahora, nuestro regreso a la querida tierruca, nos consolamos con seguir de cerca tus actividades, tus felices declaraciones, deseando de todo corazón se hagan realidad indestructibles todos tus propósitos, y podamos en no lejano día brindar juntos por TODO ESO que los buenos dominicanos y boschistas anhelamos. Si no puedo estar ahí para el 1º de Junio, nos gustaría votar, quien sabe si esta vez permitirán a los dominicanos ausentes de su patria depositar su voto en la Embajada correspondiente. Te adjunto un interesante artículo de Drew Pearson referente a ti. Que Dios te proteja y te ilumine, son los deseos de tus amigos José y Belkiss.»
Es ahora, a cien años de su nacimiento que, Belkiss Adrover de Cibrán RENACE en el Museo Bellapart. No se convierte en un ave silvestre, sino que se traslada hacia el firmamento como eso que es, y somos todos: una brizna cósmica que se hace infinitud, que se conjuga desde la épica y desde lo lírico, que se afirma en la luz, y va entre los espacios sagrados del Universo.
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