Hace unos días conversaba con una amiga acerca de este tema tan controversial como lo es «La atracción por lo prohibido».
Las cosas «prohibidas», provocan en los seres humanos una especie de sensación, deseo y en cierto modo necesidad de saber qué se siente.
Lo anterior podría explicar la desesperación que experimenta la humanidad ante las normativas que se han establecido en cada país para prevenir la propagación del Coronavirus o COVID-19.
El distanciamiento físico y los toques de queda, han sido algunas de las medidas más eficaces para controlar esta pandemia; sin embargo, ha duplicado el trabajo de las autoridades, puesto que no todos estamos dispuestos a respetar estas prohibiciones, incluso aquellos que, en condiciones normales, no les sería tan difícil dejar de salir, saludar y abrazar.
Los jóvenes de forma desafiante salen a las calles pasadas las 5:00 p.m. (horario establecido para que todos estemos en casa), a volar chichiguas, y compartir entre amigos; irrespetando así las reglas establecidas y, poniendo en peligro sus vidas.
Esta atracción hacia lo prohibido podría desencadenar en un crecimiento desproporcionado de este virus que pondría en peligro la vida de muchos.
Hoy es tiempo de reflexionar, entendiendo que, como dominicanos se nos hace difícil estar alejados de los nuestros, pues nos caracterizamos por ser amigables y solidarios, no obstante, debemos entender que estamos frente a una cruda realidad, un enemigo invisible y hasta el momento invencible que tiene en vilo a todo el mundo, afectando su economía severamente, pero sobre todo dejando escenas de llanto y dolor en las familias que pierden a sus seres queridos a causa de esta pandemia impactando de manera negativa sus emociones, debido a que ni siquiera tienen la oportunidad de velar a sus seres queridos, ya que, este tipo de actividad ha quedado prohibida para evitar las aglomeraciones de personas.
El sabor de lo prohibido es dulce, pero casi siempre sus resultados son amargos, tengamos en cuenta que, este es un virus nuevo y que nuestro cuerpo no tiene defensas para atacarlo, recuerda que, hasta el momento, la única vacuna que existe contra este silente enemigo, eres tú.
No es tiempo de desafiar, sino de respetar las restricciones para evitar vivir el panorama de terror que han experimentado otras naciones a causa de la pandemia. Si cada quien asume su papel, pronto volveremos a la normalidad. Se hace necesario que no minimicemos lo que está pasando, si no que seamos conscientes de la peligrosidad que nos asedia y pensemos en nosotros mismos y en los nuestros, asumiendo con responsabilidad nuestro papel y respetando a los demás al no realizar visitas que, por el momento son catalogadas como inoportunas, recuerda, esto pronto pasará y nos volveremos a encontrar.
¡Quédate en casa!
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