El 2020 ha sido un año de aprendizaje para toda la humanidad, un año que ha cambiado nuestra forma de vivir y de ver la vida, que nos ha hecho mirar en retrospectiva y analizar cada uno de los aspectos de nuestro accionar y nuestra forma de ser.
El coronavirus ha transformado en unos meses la cotidianidad dándole la vuelta a nuestro estilo de vida, sacándonos de nuestra zona de confort y mostrándonos lo frágil que es la humanidad, la economía mundial y la vida misma. Algunos consideran la pandemia un engaño, un fraude, un plan macabro creado por un grupo de líderes mundiales basado en el miedo y la falsa propaganda, el llamado Proyecto Blue Bean es una de las teorías que apuntan a que todo es simplemente un plan macabro bien estructurado salido de mentes sombrías comparables al famoso Aleisteir Crowley, sin embargo, las grandes mayorías creen en las informaciones de la OMS y las organizaciones de salud de cada país que presentan al Covid19 como un virus respiratorio con gran poder de contagio y acatan masivamente los llamados al distanciamiento social, la cuarentena y los toques de queda.
Las medidas son acertadas y oportunas para algunos y paradójicamente para otros representa retos nunca antes vividos debido a la precariedad que supone un encierro en condiciones de hacinamiento y pobreza, sin embargo, la pandemia ha despertado un espíritu de altruismo y desapego de lo material en miles de personas que se han convertido en ángeles o héroes que oportunamente llegan a llevar tranquilidad a los más necesitados a través de las donaciones de alimentos, medicamentos y en algunos casos artículos de primera necesidad.
Hacía falta una pandemia para sacar a relucir la grandeza de los héroes anónimos que se levantan día tras día con un corazón dispuesto a brindar ayuda a los demás, para que nos diéramos cuenta de tantas cosas insignificantes que nos robaban el tiempo que podíamos dedicar a nuestras familias y que pensábamos indispensables, para que conociéramos los verdaderos y falsos líderes políticos y sociales, si, hacía falta una pandemia, una catástrofe mundial, un hecho desafortunado y universal para que recobrásemos nuestro lado más piadoso y para que entendiésemos que somos más fuertes cuando luchamos en pos de un objetivo común, para que abriésemos nuestros corazones y fortalezcamos nuestra fe, para ser mejores personas… en fin, hacía falta una pandemia para hacernos recapacitar nuestra manera de vivir y de convivir con los demás, para que seamos mejores seres humanos.
Es momento de abrir los ojos y conocer en realidad de quienes estamos rodeados, pues como dijere Alfred en el film Batman The Dark Knight: Hay hombres que solo quieren ver arder al mundo pero también están esos otros que imitan ejemplos como el de Madre Teresa de Calcuta quien en una ocasión dijere: Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios.
Así que en estos tiempos difíciles pon en práctica lo siguiente: Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más No hay nada que nos haga sentir mejor que dar lo mejor que tenemos a otras personas, especialmente en aquellos momentos en los que están peor. Se trata de un gran ejercicio de empatía.
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