La República Dominicana tiene por delante hoy dos graves calamidades: el impacto del coronavirus Covid-19 que está abriendo surcos profundos en la salud de toda la población y arruinando la economía, por un lado; y la angurria agudo-crónica de los políticos obnubilados, proponiéndose adueñarse del gobierno a cualquier costo social.
Lo peor del momento es que ambas tragedias coinciden sobre los dominicanos en esta primavera e interactúan apoyándose mutuamente para causar la peor destrucción.
Examinemos las características de las dos calamidades presentes para que al menos, quienes entiendan, zafen, si lo desean, de los peores coletazos.
El Covid-19 aquí
Está documentado que el coronavirus Covid-19 entró al país el 13 de enero pasado cuando vino con él la periodista española Pilar Vidal y duró diez días en el territorio nacional sintiendo la sintomatología clásica y semanas después se confirmó el diagnóstico en España.
Pero la señora Pilar no vino en un avión privado, sino compartiendo cabina con cientos de personas en un vuelo comercial, por lo que si lo tenía antes, pudo contagiar a compañeros de vuelo, pero si fue ella quien se contagió en la aeronave, peor aun, porque decenas de los que llegaron junto a ella también pudieron hacerse al menos portadores.
El primer caso positivo registrado por las autoridades fue el del turista italiano Claudio Pascualini, quien hospedado en un hotel de Bayahíbe en febrero, fue diagnosticado e ingresado a la sala de aislamiento del hospital militar “Doctor Ramón de Lara”, de la Base Aérea de San Isidro. Vino en vuelo junto a cientos de pasajeros.
Luego entró al sistema el caso de la señora Oraida Herrera Díaz, dominicana que llegó de Italia también en vuelo comercial y se radicó en su natal Villa Riva, provincia Duarte, quien presentó los mismos síntomas, acudió al Centro Médico Siglo XXI, la medicaron, volvió a su municipio y posteriormente dio positivo al Covid-19.
Ataca diferente que en Asia
Tomen en cuenta que los tres primeros contagiados (documentados) llegados al país entre enero y febrero, vinieron de Europa en vuelos comerciales junto a cientos de pasajeros y decenas de tripulantes, lo que es muy importante para proyectar la capacidad mortífera de las cepas que inicialmente circularon en República Dominicana.
Por alguna razón, que corresponde a los científicos descubrir –imposible para mí-, las cepas del virus que afectan a Europa son más mortíferas que las que originalmente atacaron a China, Corea del Sur, Irán y otros países asiáticos.
La prueba de que esto es así se evidencia en el comportamiento del Covid-19 en el territorio de Estados Unidos.
Mientras en Seattle (estado de Washington), que fue donde se registraron oficialmente los primeros casos de Norteamérica, la expansión y los estragos de la enfermedad no fueron especialmente fuertes, en los estados de la costa este de Estados Unidos (Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania, Florida, entre otros) la letalidad y la potencialidad de contagio del virus son sencillamente brutales, tanto como o más que en Europa.
La diferencia del comportamiento del Covid-19 entre Seattle y Nueva York puede ser y probablemente sea que en la costa oeste de Estados Unidos el virus llegó de Asia, mientras que a la parte este la pandemia se extendió desde Europa.
Resultado: baja letalidad en Seattle (como en Asia) y mucha mayor mortalidad en Nueva York (igual que en Europa).
El de aquí es mortífero
Y aquí viene el punto para proyectar cuál es el curso probable que seguirá el Covid-19 en República Dominicana y la seriedad y la responsabilidad con la que debe ser enfrentado por las autoridades y todo el pueblo en lo que resta del año y gran parte, al menos, de 2021.
En República Dominicana no se conoce un solo caso, al menos públicamente, de contagios proveniente de Asia. Todos los que están documentados se infectaron con las cepas provenientes de Europa (Italia y España) y de la costa este de Estados Unidos.
Italia estaba ayer temprano registrando 187,327 infectados, con 25,085 muertes; España iba por 213,024 contagiados y 22,157 muertes, mientras que Estados Unidos tenía números escalofriantes: 855,869 enfermos del Covid-19 y de ellos 48,061 habían fallecido.
En Asia, en cambio, China tiene confirmados 84,287 contagiados con 4,642 muertes, Irán registra 87,026 enfermos con 5,481 muertes y Corea del Sur 10,702 con 240 muertes.
Si hasta aquí vamos bien, no debe quedar duda de que aquí tenemos el virus tipo europeo y norteamericano, por lo que no estamos ante un juguete de niñas, sino ante un peligro grave, con la desventaja de que aquí no tenemos un sistema sanitario organizado para resistir y mucho menos la educación sanitaria y la disciplina en la población para defenderse del contagio como debe ser.
La economía
Oigo por ahí una cantinela y veo publicaciones que forman parte de una campaña de presiones para que el gobierno “reabra” la producción y la totalidad del comercio como parte de un tándem político-empresarial.
Poniendo sus interesitos particulares por encima del interés nacional de las actuales y futuras generaciones, políticos y empresarios tratan de acorralar al gobierno para que elimine la cuarentena, relaje las disposiciones de aislamiento social en medio de la cuesta de contagios y muertes, supuestamente porque lo peor ha pasado y hay que salvar las empresas, los empleos y los contratos. ¡Están locos de amarrar!
Si el gobierno cediera a esas presiones –parece que Danilo Medina y su equipo no están en eso- el remedio sería un veneno y el virus tendría lo que no tiene ahora: un terreno fértil para reproducirse a toda velocidad, chapear a la población dominicana y arruinar el endeble sistema sanitario que tiene hoy.
Y yo pregunto ¿cuál economía van a abrir? No me digan que el turismo porque eso ya no existe: con millones de empleos perdidos en todos los países del mundo, sin vuelos internacionales, con cadenas productivas rotas, pocos entrarían en la aventura de ir a vacacionar fuera de su país.
Solo hay que ver la situación de los precios del petróleo: están en el piso porque con la industria paralizada, el transporte paralizado, sin deportes, ni conciertos, ni celebraciones masivas de ningún tipo, ¿qué se va a hacer con combustibles?
Los políticos
Con la realidad descrita muy sintéticamente, en el país circula una narrativa simplista: Danilo quiere alargar el combate al Covid-19 para quedarse en el poder. ¡Caramba!
¿Mandando a la gente para la calle a trabajar, a formar tumultos en el transporte, en colmadones, playas, galleras y estadios se elimina el Covid-19 más rápido para que haya elecciones y Danilo se largue?
Es al revés, mientras más fuerte es el confinamiento y la distancia social ahora, junto a la protección y la higiene, más rápido se baja el número de contagio y el virus pierde capacidad de infestación. Eso facilitaría la celebración de elecciones para elegir nuevas autoridades.
Ahora bien, con su insistencia de que se tire la gente a la calle a trabajar y que se celebren las elecciones “dentro del plazo constitucional” en medio de la danza mortal del Covid-19, algunos políticos que de ambiciosos lo tienen todo y de líderes nada, están dejando ver su verdadero interés: quieren que el gobierno fracase en el combate al Covid-19 para que los votantes se inclinen a apoyar a la oposición.
Lo inmoral y macabro de esa “táctica” es que a ellos les importa que mueran decenas de miles de dominicanos por la enfermedad si con ese “daño colateral” ellos pueden llegar al gobierno a acabar con lo que quede.
En esta hora difícil como pocas otras, las mezquindades que nos tienen hartos, debían moderarse para dar paso a la sensatez si queremos supervivir a esta tragedia.
¡Cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas!
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