Por: Billy Graham Castillo
Con mucho pesar y el dolor que refleja las líneas del Dr. ´´La verdad me siento dolido siempre creí que el pueblo de Ocoa me quería y que me reconocía como una persona honesta justa capaz valiente decidido y pensé también que eso de loco eran sólo algunos que lo decían despierto a la realidad y me doy cuenta que es cuestión de mayoría sí la gran mayoría.
No sé qué pensar ahora mismo´´
Como pueblo San José de Ocoa muy penosamente va perdiendo su identidad día tras día. Alabamos a todo el que persiguiendo intereses propios se vende como el altruista, la persona que más ayuda sin pensar el fin de cada acción. Hemos llegado a maltratar a quienes realmente dan todo de sí mismo en favor de los muchos. Recuerdo al héroe de mis tiempos, Quirico Pujols (El Maniel) quien no le importaba sus ganancias personales, en su negocio, cuanto se trataba de brindar una ayuda. Sin embargo, en las calles solo se decía ese es un pendejo que va a perder todo. (Disculpas si esto ofende a quien para mí ha sido un héroe). Así comenzó el asesinato social de las personas que verdaderamente aman al pueblo.
Leer las palabras de Wazar solo permite ir a su huelga de hambre, a las luchas libradas al sacrificio de logros alcanzados como profesional para servir a los menos afortunados. Hechos reflejados en una sociedad desvalorizada, con una definición de valores totalmente divorciada. Se tiene que ser un vil manipulador, comprador de conciencias, violador de derechos fundamentales y me atrevería decir, delincuente, para tomar prestancia entre quienes han sido la tierra fértil que estos han podido echar podridas raíces.
Somos asesinos de ideas e ideales por viandas efímeras que solo alimentan el estómago, el ego, y crean figuras que no definen en lo absoluto el significado de ser Ocoeño.
Las palabras finales del Dr. Wazar Gómez: ´´Ya no le interesa decirse Ocoeño´´. Son las de las expresiones más aterrantes que podemos leer. Auto desterrarse es una decisión puramente llena de dolor, de no ser entendido, de ser apedreado, de destrucción de un propósito tan hermoso como llevar justicia social a un pueblo. Aterra porque aleja a los de bien del pueblo que cada día más necesita de ellos. Aleja a las voces que deberían ser escuchadas en cada esquina para sanar la epidemia de la ignorancia que nos arropa. Aterra porque puede venir una ola de auto destierro de hombres y mujeres que la impotencia los arropa al ver como las vidas se comercializan a tan bajo costo en el mercado, en San José de Ocoa.
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