Nos preguntábamos a qué obedecía la táctica de Danilo Medina, considerado uno de los mejores estrategas políticos en la década pasada, de insistir en mantener en el poder al debilitado Partido de la Liberación Dominicana, con un candidato que no terminaba de lograr empatía con el pueblo y en las condiciones de desgaste a que ha llegado el otrora poderoso partido morado.
Veíamos a Medina alejarse de la posibilidad de salir del poder evitando la persecución de sus opositores. Su insistencia en lo que parece imposible, aunque en la política quisqueyana los imposibles no asombran, llevaba a la conclusión de que había una desconexión con la realidad nacional y con lo marcado por el proceso histórico dominicano.
Hemos reiterado en distintas plataformas y entre amigos, que Danilo debía aprovechar la ventaja de Luis Abinader y asestarle un golpe contundente al posible crecimiento de su verdadero y elegido rival, Leonel Fernández.
Facilitando la victoria de Abinader, con un acuerdo sutil y súper secreto cuidando de que el pueblo no lo intuyera y en el que el gobierno bajaba los ataques al PRM mientras se enfocaba en contener el avance de Leonel, Medina evitaba la persecución de un gobierno al que le haya sido hostil desde el poder, y de paso evitaba que Fernández desplazara al PLD como principal opositor.
Los acontecimientos de las últimas semanas indican que el estratega ha vuelto. Danilo parece haber entendido que no hay posibilidades matemáticas de mantenerse en el poder por la vía democrática, y seguro que tampoco ha valorado la ruptura del sistema como forma de permanencia, pues los acontecimientos posteriores son predecibles y darían al traste con cincuenta años de crecimiento que lleva el país y con su propia obra de gobierno.
No ha habido forma de que el candidato morado crezca, y en cambio existe la percepción de que Leonel Fernández está drenando la membresía peledeísta. El riesgo entonces es muy alto, incluido el de quedar fuera de la clasificación de primera vuelta.
Si el PLD clasificara a una segunda vuelta, no podría contar con los votos leonelistas, lo que decretaría su derrota y la persecución posterior. Si Leonel clasificara a una segunda vuelta, las posibilidades de ganar la presidencia aumentarían, y con ella, la zozobra del actual gobierno.
¿Qué hacer entonces? Lo que parece haberse entendido. Facilitar la victoria de Luis Abinader en primera vuelta y evitar dolores de cabeza.
Comentarios...