Dicen que toda crisis tiene 3 cosas: una solución, una fecha de caducidad y una enseñanza para la vida. Aunque pudiera parecer prematuro hablar de las enseñanzas que nos está dejando la pandemia del COVID-19 cuando todavía están en pleno auge los contagios a nivel mundial, lo cierto es que nunca como ahora parece más claro el rumbo que debería tomar la humanidad.
Lección 1. Cuidemos nuestra casa.
Empecemos por uno de los efectos más palpables que ha tenido la paralización de las actividades a causa de la enfermedad: el Medio Ambiente. En las últimas semanas hemos visto cómo los niveles de contaminación han disminuido en la atmósfera y en los ríos y mares de todo el planeta. Encontrar la forma de generar riquezas sin degradar o destruir los recursos naturales es el reto que tienen las economías en el presente siglo. La industria automotriz deberá acelerar la fabricación de vehículos híbridos y eléctricos hasta sustituir por completo los vehículos movidos por combustibles fósiles; una mayor inversión en tecnología para la explotación de las energías renovables para producir electricidad, utilizando la energía solar, eólica, la biomasa, mareas, geotermal, entre otras. También deben establecerse vedas internacionales para la caza de animales en peligro de extinción acompañada de políticas efectivas de protección a dichas especies, criminalizando su matanza, captura y tráfico. Sólo como una aclaración extinción significa para siempre. Una iniciativa interesante es la del denominado Impuesto Verde, mediante el cual los contribuyentes podrían pagar un porcentaje de sus impuestos mediante la siembra o repoblación de árboles en zonas vulnerables, devastadas, como cuencas de ríos, arroyos, lagos, zonas afectadas por incendios forestales, etc.
El manejo de los desperdicios sólidos es otra tarea pendiente. Es obligatorio establecer políticas de clasificación y reciclaje. En los vertederos tenemos personas, los llamados Buzos, que arriesgan su salud nadando entre basura para recoger cosas para luego venderlas. Por qué no organizarlos en cooperativas o pequeñas sociedades que pudieran dedicarse a la clasificación de los desperdicios para luego venderlos a empresas que se dediquen a reciclaje? De esta forma al destino final del vertedero sólo iría una parte de los desechos producidos por la ciudad, en tanto la otra parte podría ser reutilizada por las empresas, se reduciría la cantidad de basura que va a parar a las cañadas y luego a nuestros ríos. Imaginemos por un momento que todo el papel y cartón que se separe en el lugar de clasificación, luego sea utilizado por una empresa de reciclaje que las convierte en papel reciclado, que lo vende a otra empresa que fabrica cuadernos que luego son adquiridos por el Ministerio de Educación para ser repartidos gratuitamente a nuestros estudiantes.
Lección No. 2. Trabajando a la distancia.
En países como el nuestro, donde las empresas suelen dar mayor importancia a que los empleados acudan puntualmente a su centro de trabajo en lugar de centrarse en los niveles de productividad, la pandemia nos ha obligado a trabajar desde nuestros hogares. A través de conexiones remotas, cientos de miles de empleados han estado laborando desde sus hogares, exhibiendo niveles de productividad iguales o mayores que cuando están presencialmente en sus lugares de trabajo. Un estudio realizado en España informa que el nivel de compromiso de quienes trabajan desde casa es mayor y que incluso trabajan más horas y hasta en horario no laborable al tiempo que le reduce el stress laboral. Las compañías «perciben que aumenta la productividad, asegura la retención de los trabajadores, reduce la rotación laboral, refuerza su compromiso con la organización y mejora el rendimiento de las personas» Para las empresas representa también una ventaja económica, al tener una parte de su plantilla trabajando remotamente, requieren menos espacio físico, consumen menos electricidad, requieren menos mantenimiento de equipos, aire acondicionado, más parqueos habilitados para sus clientes, etc. Las ciudades se benefician ya que saca de las calles a una gran cantidad de personas acudiendo en sus vehículos o en el transporte público a sus lugares de trabajo, con lo que se logra descongestionar las calles, sobre todo en las horas de mayor afluencia de vehículos.
Lección 3. Fluidez en las calles.
Sólo pensar que volveremos a enfrentarnos al caótico tráfico de la ciudad cuando retornemos a la normalidad, causa angustia y ansiedad. Es hora de pensar en medidas para mejorar y organizar el flujo vehicular a través de nuestras calles: ampliar las líneas del Metro, aumentar la cantidad de autobuses de gran capacidad, sacar de circulación los carros públicos, cambiar los sentidos de algunas vías, ajustar los horarios de entrada y salida de las empresas, colegios, bancos, etc.
Lección 4. Fortalecer el sistema de salud.
Quizás la gran lección de esta pandemia sea la necesidad de contar con centros hospitalarios bien equipados y con personal médico altamente entrenados en manejo de crisis, incluyendo desastres naturales.
Lección 5. Fomentar el ahorro
Los países que antes de la pandemia tenían economías estables y con grandes reservas (ahorros) saldrán mejor parados de esta crisis que los demás. Los países, como las personas, que antes del Covid estaban endeudados, saldrán aún más enliados. La lección evidente, tanto para los gobiernos como para los gobernados, es que debemos fomentar el ahorro y recurrir al crédito sólo para proyectos que generen retorno; que no debemos gastar más de lo que ganamos, en palabras simples, aprender a “arroparnos hasta donde alcance la sábana”
Un Seguro de Desempleo en estos tiempos hubiese garantizado el pago a los desempleados y le hubiese economizado al Estado Dominicano la suma de quince mil millones de pesos, que es lo que se contempla el gobierno invertirá en el programa FASE.
En nuestro país se ha hablado mucho de devolver una parte de los fondos de pensiones a los empleados.
Aunque la iniciativa ha generado mucho apoyo, sobre todo de parte de los propios cotizantes, lo cierto es que merece un análisis más profundo. Actualmente los fondos de pensiones superan los RD$576,000,000,000.00, por lo que estaríamos hablando de liberar un 30% de dicha suma, que ascendería a unos ciento setenta y un mil millones de pesos. Ahora bien, ese dinero no está en poder de las AFPs. Está invertido básicamente en Certificados del Banco Central y en Bonos del Ministerio de Hacienda. Esto significa que los fondos de pensiones han estado financiando en parte los déficits del Banco Central y del Gobierno. Si las AFPs estuvieran obligadas por una ley a devolver parte de los fondos que administran, tendrían que vender en el mercado de valores los bonos y certificados en que tienen invertidos los fondos. Y quién los compraría? Con excepción de las entidades de intermediación financiera, no creo que haya suficientes inversionistas criollos con capacidad para invertir semejante suma en la actual coyuntura. Qué pasa cuando hay una oferta mayor a la demanda? Los precios caen.
Los Certificados y Bonos serían vendidos por debajo de su valor y ya por ahí los empleados empezarían recibiendo menos dinero. Esto disminuiría el valor y rendimiento de los instrumentos (salvo que sean a tasa fija) con lo que se afectaría el rendimiento de los fondos que quedarían en administración de las AFPs. Al final, pierden los empleados, pues además de que su dinero sufrirá una disminución en los intereses que recibe por la inversión que realiza la AFP, tendrá que laborar por más tiempo para tener derecho a recibir una pensión. Esto equivaldría a decir que los empleados tienen que cargar con la crisis, cuando esto debe ser una obligación del Estado y de los empleadores. Liquidar el 30% de los fondos tendría implicaciones macroeconómicas considerables, ya que el Estado tendría que buscar financiamientos por esa suma, lo que podría generar aumentos en la tasa de cambio, alterar los precios y la tasas de interés de los Bancos, todo esto en detrimento de la población en sentido general.
Sin embargo, entiendo que la iniciativa de nuestros legisladores debería concentrarse en: a) liberar de tantos requisitos la devolución de los fondos de cotizantes fallecidos, que ascienden a 870 millones de pesos y que permanecen en manos de las AFPs sin poder ser devueltos a los familiares debido a la cantidad de requisitos para su devolución; b) Contemplar la devolución de los fondos de aquellos empleados que ingresaron tardíamente al sistema y que por más que coticen no acumularán la cantidad suficiente de cuotas para tener derecho a una pensión ya que en realidad sus aportes constituyen un ahorro forzoso sin tener derecho a pensión ni a retirar el dinero, es decir, no están ahorrando para una pensión, lo que hasta cierto punto, es incompatible con la ley de Seguridad Social; y c) Aprovechar y revisar el Sistema en su conjunto, ya que estudios actuariales revelan que con los actuales niveles de cotización y los rendimientos acumulados, los empleados no tendrán al término de su vida laboral pensiones dignas o suficientes para cubrir todas sus necesidades básicas.
Lección 6. Las Personas.
La Pandemia ha sacado lo mejor de las personas, generando una oleada de solidaridad y agradecimiento por aquellos que poniendo en riesgo su propia seguridad y salud se han entregado en favor de los demás.
No necesitamos tantas cosas para vivir. En estos meses nos hemos dado cuenta que muchas de las cosas que atesorábamos ahora están guardadas. La economía mundial se basa en la producción de bienes de consumo, se fomenta la compra de productos, se crea la necesidad a través de la publicidad y el mercadeo, y luego de un tiempo se induce a los consumidores a sustituir el producto por otro modelo más nuevo (el mercado de los teléfonos, equipos electrodomésticos y de computación, son el mejor ejemplo). Este sistema está ocasionando graves problemas al planeta.
Los seres humanos tenemos una alta capacidad para adaptarnos a diferentes situaciones, incluyendo sobrevivir bajo las restricciones de ciertos derechos que nos han acompañado durante mucho tiempo. Para usar una palabra muy en boga en estos días, hemos demostrado tener “resiliencia”.
Algo que es positivo de todo este proceso es que la frivolidad existente en las redes sociales ha mermado. Ojalá ese sea el nuevo giro que se le dé en el futuro.
Esperemos que el distanciamiento actual sólo sirva para que en el futuro nos acerquemos más al prójimo y a ser más solidarios y empáticos con sus problemas.
Esta Pandemia pasará y vendrán otras en el futuro. Habremos aprendido las lecciones para entonces? Si no lo hacemos, se cumplirá la profecía del gitano Melquiades y esta estirpe condenada a cien años de soledad no tendrá una segunda oportunidad sobre la tierra (*).
(*) Cien Años de Soledad, Gabriel García Marquez.
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