Por: Nelson Espinal Báez
El poema “Esperanza” desnuda nuestra banalidad, nuestra prisa por llegar a la meta superficial. Nuestras urgencias para no pensar. Nuestra impaciencia sin contenido.
Un poema que enrostra nuestra arrogancia por creernos censores de la verdad. Poseedores de la moral suprema. Nos enfrenta a nosotros mismos cuando nos polarizamos en la opinión para exhibir con petulancia nuestras testosteronas y terminar adormeciendo nuestras neuronas.
Un poema que muestra cómo nos desconectamos de nuestra sensibilidad, de nuestras emociones por aquella mentira, mil veces repetida, de que lo racional guarda todas las soluciones. De que no hay matices y que todo en la vida es blanco o negro, y solo hay una solución y yo sé cuál es.
Un poema que nos hace ver que nos creemos fuertes porque gritamos, avasallamos, insultamos, pero en el fondo demostramos una profunda debilidad. Una debilidad compartida en redes de odios y tristes miserias.
Y así caminamos por la vida, jugando a ser adultos con la madurez de niños malcriados, pues no solo no aceptamos la opinión del otro, sino que además le atacamos y descalificamos, pues solo hay una verdad que es la mía.
En fin, un poema que retrata nuestra mezquindad, nuestro egocentrismo. Nuestra desconexión. Que retrata la condición humana mientras exalta nuestra dimensión espiritual… nuestra oscuridad más espesa, mientras nos deja ver nuestra luz más celestial.
Mientras tanto, pasa el tiempo y no nos damos cuenta de que allí donde la lucha por el poder se vuelve mezquina, es cuando el amor adquiere su fuerza y poder.
Eso es lo que nos revela el poema “Esperanza” de Alexis Valdés, actor, cineasta, humorista, compositor e intérprete cubano que ha dado la vuelta al mundo, haciendo reflexionar frente a un espejo a ricos y pobres, débiles y poderosos, blancos y negros.
Lo comparto hoy cuando todos estamos convocados a servir a la vida, a la gente, al prójimo, sin importar lo que otros piensen y opinen… Sencillamente servir debe ser lo urgente, aunque vemos con tristeza cómo algunos se dedican a criticar y no aprecian los esfuerzos de unos y otros, poniendo más énfasis en atacar a su contrario, que en reconocer a los que sirven.
Como estímulo para reconocer lo que es realmente importante en medio de una emergencia como la que enfrentamos les comparto “Esperanza” de Alexis Valdés:
“Cuando la tormenta pase
y se amansen los caminos,
y seamos sobrevivientes
de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso
y el destino bendecido
nos sentiremos dichosos
tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo
al primer desconocido
y alabaremos la suerte
de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos
todo aquello que perdimos
de una vez aprenderemos
todo lo que no aprendimos.
Y no tendremos envidia
pues todos habrán sufrido.
Y no tendremos desidia
Seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos
que lo jamás conseguido.
Seremos más generosos
y mucho más comprometidos
Entenderemos lo frágil
que significa estar vivos
Sudaremos empatía
por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo
que pedía un peso en el mercado
que no supimos su nombre
y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre
era tu Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre
porque estabas apurado.
Y todo será un milagro
Y todo será un legado
Y se respetará la vida,
la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase
te pido Dios, apenado,
que nos devuelvas mejores,
como nos habías soñado.”
Y repito, allí donde la lucha por el poder se vuelve mezquina, es cuando el amor adquiere su fuerza y poder.
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